la Verdad
En la primera jornada del juicio contra Ramón Utreras Salgado, El Gemelo, de 22 años, por el presunto asesinato a cuchilladas de José Carlos Cánovas -19 años- en la zona de bares Base 2000 de Lorquí, en abril del 2007, el acusado afirmó ayer «no recordar nada» a consecuencia de las «25 copas que me tomé y los cuatro o cinco gramos de cocaína que me metí».
Según Utreras, en la noche de autos se encontraba en el interior de una de las discotecas de la zona cuando, supuestamente, la joven Laura Lorente -«mi novia por aquel entonces», dijo el sospechoso- «me avisó de que estaban pegando a un amigo en la calle, por lo que salí a mediar en la disputa y me dieron un golpe. Caí al suelo y ya no recuerdo más. Después, me llevaron a casa de mi hermana y me acosté».
La defensa de Utreras argumentó ayer que los hechos se produjeron en la madrugada del sábado 28 de abril del 2007, sobre las 04.00 horas, y que tan solo unas cinco horas después, a las 09.20, el acusado se personó de manera voluntaria en el cuartelillo de la Guardia Civil, acompañado de su abogado: «En cuanto tuvimos conocimiento de que le estaban buscando». El letrado de Utreras también esgrime que su defendido «tenía disminuidas las capacidades físicas y cognitivas» por el consumo desmedido de alcohol y cocaína.
En el corazón
Por contra, los tres agentes de la Guardia Civil que testificaron ayer en la Audiencia Provincial sostienen que, en efecto, los hechos se sucedieron en la madrugada del viernes al sábado, pero el detenido no se presentó en comisaría hasta la mañana del domingo, y no ofrecía síntomas de ir drogado o bebido. El sargento encargado de la investigación aclaró que «todo comenzó porque una chica estaba llamando al timbre de un portero automático, lo que molestó a Ramón Utreras, quien gritó a la joven que dejara de tocar. El novio de ésta salió en su defensa y comenzó la pelea». Utreras sacó entonces una navaja y asestó dos puñaladas a la víctima, una de ellas en el corazón, causándole la muerte.
El fiscal acusa al procesado de un delito de homicidio y pide una condena de quince años de prisión, mientras que la acusación particular, ejercida por los padres y los hermanos de la víctima, considera que los hechos constituyen un delito de asesinato, por lo que pide que la sentencia sea de veinte años. El abogado defensor alega trastorno mental transitorio. La vista oral, presidida por el magistrado Juan del Olmo, continúa hoy con la declaración de más testigos y con la práctica de la prueba pericial.
Según Utreras, en la noche de autos se encontraba en el interior de una de las discotecas de la zona cuando, supuestamente, la joven Laura Lorente -«mi novia por aquel entonces», dijo el sospechoso- «me avisó de que estaban pegando a un amigo en la calle, por lo que salí a mediar en la disputa y me dieron un golpe. Caí al suelo y ya no recuerdo más. Después, me llevaron a casa de mi hermana y me acosté».
La defensa de Utreras argumentó ayer que los hechos se produjeron en la madrugada del sábado 28 de abril del 2007, sobre las 04.00 horas, y que tan solo unas cinco horas después, a las 09.20, el acusado se personó de manera voluntaria en el cuartelillo de la Guardia Civil, acompañado de su abogado: «En cuanto tuvimos conocimiento de que le estaban buscando». El letrado de Utreras también esgrime que su defendido «tenía disminuidas las capacidades físicas y cognitivas» por el consumo desmedido de alcohol y cocaína.
En el corazón
Por contra, los tres agentes de la Guardia Civil que testificaron ayer en la Audiencia Provincial sostienen que, en efecto, los hechos se sucedieron en la madrugada del viernes al sábado, pero el detenido no se presentó en comisaría hasta la mañana del domingo, y no ofrecía síntomas de ir drogado o bebido. El sargento encargado de la investigación aclaró que «todo comenzó porque una chica estaba llamando al timbre de un portero automático, lo que molestó a Ramón Utreras, quien gritó a la joven que dejara de tocar. El novio de ésta salió en su defensa y comenzó la pelea». Utreras sacó entonces una navaja y asestó dos puñaladas a la víctima, una de ellas en el corazón, causándole la muerte.
El fiscal acusa al procesado de un delito de homicidio y pide una condena de quince años de prisión, mientras que la acusación particular, ejercida por los padres y los hermanos de la víctima, considera que los hechos constituyen un delito de asesinato, por lo que pide que la sentencia sea de veinte años. El abogado defensor alega trastorno mental transitorio. La vista oral, presidida por el magistrado Juan del Olmo, continúa hoy con la declaración de más testigos y con la práctica de la prueba pericial.
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