Dos madres de niños con parálisis cerebral piden ayuda vecinal para recolectar 38 toneladas de plástico con las que costear sillas adaptadas
02.04.13 - 00:41 -
Las colectas de tapones de plástico se ha revelado como una nueva vía de solidaridad en tiempos de crisis, y los vecinos de Abarán se han sumado a ella por una buena causa. Dos madres abaraneras llevan más de tres meses recogiendo tapones con el único objetivo de poder costear el importe de dos sillas adaptadas para sus hijos, afectados por parálisis cerebral desde su nacimiento. El coste de las dos sillas adaptadas, que facilitarían el día a día de los dos niños y de sus madres, asciende a 7.400 euros.
Las dos mujeres se conocieron en noviembre pasado en el hospital Lorenzo Guirao de Cieza, donde sus hijos reciben sesiones de rehabilitación para mejorar su estado. Cristina Gómez Carrasco, de 35 años, es auxiliar administrativo en paro y madre de dos hijos: Raúl, de siete, y Hugo, de dos años; Patricia Fernández Alcaraz, de 35 años, está casada y es ama de casa y madre de tres hijos, Patricia, de trece, y las gemelas Elena y María, de nueve. Las dos mujeres se dedican las veinticuatro horas del día a cuidar de sus hijos Hugo y María.
Fue Patricia quien a finales de diciembre propuso a Cristina: '¿ Y si recogemos tapones para nuestros hijos?'. Dicho y hecho. En tres meses llevan ya recolectadas tres toneladas de tapones de plástico que han depositado en las instalaciones que les ha prestado la empresa Frutas Esther. Las mujeres recolectan tapones de agua, refrescos, champús, gel... pero necesitan treinta y ocho toneladas para financiar el importe de las sillas, ya que les abonan 200 euros por tonelada de plástico puestos en planta. Tanto Patricia como Cristina muestran su «alegría por la buena acogida de esta iniciativa, que ha recibido el apoyo de los vecinos de Abarán y de comercios y establecimientos». Las dos mujeres realizan la recogida de tapones una vez a la semana. Además, han conseguido el apoyo de otra empresa, Jerónimo Gómez Montiel, que se ha comprometido al transporte de los plásticos hasta el municipio alicantino de Ibi.
Mientras que Patricia cobra una mensualidad como cuidadora, su compañera Cristina no la percibe pese a tenerla aprobada desde julio de 2011, aunque sí recibe la asignación anual de la prestación por hijos a su cargo. Sin embargo, Patricia ha recibido un revés de la Seguridad Social, que ha dejado de financiarle los batidos de leche que consume su hijo, y que suponen mensualmente un gasto de 500 euros. «El médico me dijo que le diera cosas con más calorías», comenta afligida por el recorte.
Ni Hugo ni María, que no tienen capacidad para sujetar el tronco ni la cabeza, son capaces de articular palabra, aunque entienden todo lo que les dicen. Ambos necesitan las sillas, así como ayuda para un asiento para el baño. Los sueños de estas dos madres, que necesitan más ayuda vecinal para poder costear las sillas, son sencillos: Cristina desea que «mi hijo Hugo eche a correr y que me llame», y Patricia anhela que «María sea como las demás niñas».
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