Caminar desde la Rambla del Moro, hasta el Parque de las Norias, por la margen izquierda del Río Segura, serpenteando entre pequeños huertos tradicionales, es igual que recrearse en una exposición botánica: plantas y flores silvestres, hortalizas, frutales, palmeras,...donde los pájaros y el agua ponen sonido a tan idílica escena.
La belleza tradicional de los pequeños huertos abaraneros, refleja el esfuerzo de quienes los cultivan. En estos tiempos tan difíciles representan una ayuda a la maltrecha economía familiar, sirviendo sus productos para autoconsumo. Calidad garantizada. Un privilegio llevárselos a la boca. Productores y consumidores son, en muchos casos, la misma cosa. Mejor que sea así, porque aquí se ama la tierra y se cultiva con primor.
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