Las comunidades de vecinos se alían para elevar las quejas a los tribunales y reclaman el fin del botelleo
15.01.13 - 00:43 -
MANUEL MADRID | MURCIA./ la Verdad
No es ninguna broma. El vecindario de la calle Bartolomé Pérez Casas, el lugar de moda para tomar una copa en Murcia, se sumará también a la batalla judicial contra el ruido nocturno y la comunidad de vecinos del edificio Greco 1 ya está preparando la demanda.
Un grupo de residentes, en representación de los nueve edificios cuyas viviendas dan a esta calle, relató ayer a 'La Verdad' que, desde que entró en vigor la prohibición de fumar en los locales, en el entorno no hay quien viva. Y las consecuencias son muy parecidas. «Las pastillas para conciliar el sueño no nos hacen efecto», se enciende Paquita Sánchez, una de las afectadas, que exige al Ayuntamiento menos permisividad con el consumo de alcohol en la vía pública, que se cumplan los horarios y las limitaciones de espacio fijadas por las ordenanzas y que los locales respondan por sus clientes. Pérez Casas acumula en apenas 200 metros 11 bares y restaurantes, algunos con barras que sirven alcohol directamente a la calle, por lo que suele haber más gente fuera consumiendo que dentro.
Esta es una de las quejas generalizadas, pues esta circunstancia hace que muchos grupos queden en la zona para hacer botelleo, extendiéndose el jaleo a otras zonas como Alfonso X y el jardín de La Fama -o de los perros-. En esta calle salón que comunica Alfonso X con Constitución hay nueve edificios y alrededor de 250 viviendas. «Pagamos el IBI más caro de Murcia y como ciudadanos no nos respetan; cada vez que llamamos a la Policía Local se ríen de nosotros y estamos hartos de que nos tomen por el pito del sereno», deplora Encarña Muñoz, que ha intentado de todo para camuflar el ruido del ambiente. «Me he cambiado de habitación, no puedo ni oír la televisión, vibran los cimientos y el runrún se cuela por todos sitios. Esto es un día con otro, y ahora cierran más tarde, a las 4 de la mañana, y tardan otra media hora en desalojar los locales. A las 7 de la mañana ya están arrastrando mesas y sillas para limpiar o volver a montar las terrazas. O sea que, como mucho, tenemos dos horas para dormir. Nos preguntamos por qué no se nos respeta y por qué no se cumplen las ordenanzas».
Luis Catalá, que vive desde el 91 en un segundo del edificio Españoleto, justo encima de Chinatown, comprueba casi a diario con su medidor de ruidos particular que los niveles que soporta su vivienda están muy por encima del máximo legal. «Esta calle es una caja de resonancia y los policías no se implican en dar solución a nuestras quejas. Vienen, se dejan ver y con las mismas se van. Yo me ofrezco a dejarle mi casa un fin de semana a los concejales para demostrarles que Murcia no es una ciudad tranquila, como dicen los estudios». Otros vecinos como Luis se buscan la vida para soportar el soniquete diario. «Yo no conozco las fiestas de Primavera. Esa semana desaparezco porque aquí no hay quien soporte los ruidos. Y este año, con las barras en la calle en Nochebuena y Nocheviaje esto ha sido, sencillamente, de locura», apunta Carlos Alonso. Pero, lo peor, según todos, es ver cómo se bebe en la calle, cómo es imposible entrar por el portal sin recibir empujones e insultos, y cómo por mucho que pidan ayuda a las autoridades nadie toma en serio sus quejas. «Y lo grave es que aquí viven niños, y es un espectáculo indigno ver a cualquiera bebiendo o tirado en el suelo, orinando y vomitando en tu portal», se indigna Paquita. Por eso confían en que los tribunales den amparo a todas sus reivindicaciones, que creen «justas».
«Quieren cargarse esta zona»
Los locales de la zona tampoco ven con buenos ojos las aglomeraciones. Desde el restaurante Morales aseguran que el «botelleo autorizado» no beneficia a nadie, reclaman más regulación policial y consideran que la última reforma de terrazas no ha servido para solventar las quejas. En la taberna Casa del Volapié critican el criterio cambiante de la Concejalía y dicen que el ruido no lo generan los restaurantes -«las barras son solo unos días al año»-, al tiempo que temen que de incrementar las inspecciones y las multas puedan cerrar negocios: «Quieren cargarse esta calle».
No hay comentarios:
Publicar un comentario