La Comunidad y el Centro de la Conserva abren una línea de investigación para identificar las materias primas y características de la bebida
01.03.13 - 01:12 -
J.L. VIVAS / G. HERMIDA | MOLINA./ La Verdad
Si las investigaciones llegan a buen puerto, dentro de poco la cerveza podría contar con sus propias denominaciones de origen -¿qué tal Espinardo para la primera?- y el marchamo de «ecológica», tal y como el vino, su aventajado pariente, lleva haciendo desde hace décadas. A ello se ponen ya jóvenes nueve investigadores, gracias a que la Consejería de Universidades, Empresa e Investigación -a través de la Fundación Séneca- y el Centro Tecnológico Nacional de la Conserva (CTNC) han acordado ampliar su colaboración en materia de investigación, desarrollo y transferencia de tecnología en el sector agroalimentario.
El acuerdo -rubricado como una adenda al convenio que ambas entidades ya tienen en marcha desde 2011- fue presentado ayer en Molina de Segura por el consejero, José Ballesta y el presidente del CTNC, José García. Además de la investigación sobre la cerveza de malta y su trazabilidad, también se pondrá en marcha otra línea para validar de un método de análisis para extraer y analizar residuos de plaguicidas en alimentos. En total, la consejería consigna 29.400 euros para sufragar ambos proyectos.
En el caso de la bebida, los investigadores desarrollarán un sistema capaz de identificar la cerveza en función de las diferentes características de las materias primas, zonas de origen y técnicas agronómicas empleadas, entre otros aspectos. La consecuencia sería diferenciar -por ejemplo- las cervezas con denominación de origen o las ecológicas, además de aportar al consumidor el valor añadido que supone conocer más detalles del producto final.
Estos dos proyectos se suman a otros cuatro que ambas instituciones mantienen actualmente en vigor en el marco del convenio.
Inserción laboral
El consejero destacó que «con estos acuerdos se favorece la formación de jóvenes investigadores y tecnólogos en el entorno empresarial y se facilita su posterior inserción laboral en el sector». Además, «se facilita la transferencia de conocimiento y los resultados de la investigación generados en las universidades y centros de investigación de la Región a las empresas del sector agroalimentario, dando así respuesta a las necesidades de éstas». Asimismo, «contribuimos a la articulación y fortalecimiento del sistema regional de innovación, con la implicación de la Administración regional, las empresas y el sistema público de I+D».
Según Ballesta, «el agroalimentaria es uno de los sectores con más peso en la economía regional y el objetivo del Gobierno regional es reforzar el sector a través de iniciativas que fomenten la I+D y la competitividad».
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