domingo, 3 de mayo de 2009

CARAVACA/ Galopando hacia el Año Santo

La Ciudad de la Cruz se convierte en un crisol de razas y culturas durante el día grande de sus fiestas patronales, que congregó a más de 150.000 personas
JUAN F. ROBLES CARAVACA/ La Verdad

Los pronósticos se cumplieron y hasta la Ciudad de la Cruz llegaron miles y miles de visitantes que no quisieron perderse la fiesta que la capital del noroeste murciano celebra anualmente para honrar a su Patrona. Más de 150.000 personas, según datos de la Policía Local, llenaron calles y plazas con ganas de vibrar con festejo único e insólito.
Grupos llegados de diferentes partes de Europa y América convirtieron las calles de la ciudad en un crisol de razas y culturas. La jornada se inició muy temprano, sobre las cuatro de la madrugada. Mientras preparaban los 58 caballos que iban a participar en los dos concursos (carrera y enjaezamiento), las campanas de todas las iglesias se echaron al vuelo para anunciar que el día grande, la mañana de los Caballos del Vino, había llegado. Sobre las 7 de la mañana, a la vez que miles de cohetes se estrellaban contra el cielo de la ciudad, el sol desplegaba los rayos que harían brillar las piezas de enjaezamiento. Unos minutos más tarde, tenía lugar un espectáculo piromusical en la fachada de la plaza de toros.
A las 9 de la mañana, tuvo lugar la Misa de Aparición en el Templete. Con esta eucaristía se recuerda y la tradición histórica de la ciudad, según la cual la Cruz se aparece al sayid almohade Ceyt Abuceyt mientras que el sacerdote Ginés Pérez Chirinos celebraba la misa. Hasta este singular edificio, en el que esta tarde tendrá lugar la tradicional Bendición de las Aguas, llegaron los Sultanes y los Reyes Cristianos. Al finalizar la misa se inició el pasacalles de los Caballos del Vino por las calles del casco antiguo para llegar hasta la Plaza del Arco y a la Gran Vía.
Entonces, el capellán, Pedro Ballester, procedió a la Bendición del Vino y las Flores, sumergiendo la Sagrada Reliquia en el vino para después rociar las flores que fueron repartidas a la población, según una antigua costumbre. En ese mismo instante se inicia la carrera de los Caballos del Vino.

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