Aunque el consumo global aumenta, preocupa el abandono de los jóvenes, que prefieren los destilados
02.01.11 - 03:34 -
GARCÍA MARTÍNEZ | JUMILLA/ la Verdad
Está demostrado con cifras -más allá de teóricas previsiones pesimistas- que el consumo de vino en el mundo va en aumento. Pero, en lo que afecta a España (y sobre todo a la Comunidad Europea en la que se integra), los problemas que se han de resolver son diversos e importantes. El vino es todavía una asignatura pendiente para las autoridades europeas. Como es natural, el asunto afecta a Murcia y a sus tres denominaciones de origen (Jumilla, Yecla y Bullas), pues en la Región se cultivan 44.000 hectáreas de viñedo, prácticamente lo mismo que en Rioja.
Estas apreciaciones se contienen en el análisis realizado por Juan Ignacio García-Carrión Corujo, presentado como tesina en la Universidad San Pablo-CEU y dirigida por el profesor Antonio Sainz Fuentes.
La producción vitícola española -de la que dependen 350.000 agricultores- ha descendido desde nuestro ingreso en la Europa Comunitaria, si bien ha mejorado en los últimos tiempos, 'lo mismo en rendimiento por hectárea que en volumen de kilos recolectados en su conjunto'. Con la llegada del 'vino de América', las importaciones españolas se han triplicado, mientras las exportaciones se mantienen nada más que estables. Europa, como decimos, no ha reformado aún el sector vinícola. Hasta ahora solo ha venido poniendo parches en las cuestiones más urgentes, 'sin tomarse el tiempo necesario para una reflexión global y una visión a largo plazo'.
España es 'viñedo del mundo', con más de un millón de hectáreas cultivadas y el tercer exportador mundial de vino. La producción se ha resentido porque muchos agricultores se han jubilado y los jóvenes abandonan el campo; por el número excesivo de explotaciones pequeñas, que las hacen muy costosas de mantener; porque las cepas también se han hecho viejas; y por las primas al arranque concedidas por la Comunidad Europea.
Esta organización «debe reconsiderar medidas tan dispares como el recurso, prácticamente sistemático a la destilación; una política de arranque demasiado tímida; acudir excesivamente al aumento artificial del grado alcohólico de los vinos; unas normas de etiquetado confusas, así como prácticas enológicas en ocasiones un tanto rígidas. Y en lo que se refiere al presupuesto, no es lo mejor su persistencia en financiar medidas a corto plazo y con un impacto limitado, en lugar de impulsar una reestructuración eficaz del sector».
Europa debería aumentar la competitividad, reforzar la fama de los vinos europeos de calidad como los mejores del mundo y recuperar cuotas de mercado. Asimismo, establecer un régimen comunitario con normas sencillas, claras y eficaces 'que garanticen el equilibrio entre la oferta y la demanda'. Y, por último, establecer un régimen que proteja las mejores tradiciones de la producción vitícola europea y reforzar su papel social y medioambiental en las zonas rurales.
La actitud de los jóvenes
La actitud de los jóvenes respecto al vino -a pesar de su benéfico papel en la dieta mediterránea- resulta preocupante, pues actualmente consumen lo mismo que en 2005. 'Sólo el ocho por ciento de los jóvenes urbanos españoles, entre los 18 y los 35 años, bebe vino todos o casi todos los días. Este porcentaje desciende al 5,5, si hablamos de los que tienen entre 18 y 25 años, y sube al 10,2 cuando se trata de los que están entre los 26 y 35'.
Unos, casi la mitad de ellos, dicen que 'no les gusta el vino'. Otros, el 40%, que 'no se identifican' con esta bebida. Un 29% afirma que 'con los amigos no lo tomamos nunca'. Y el 18% considera que se trata de una bebida cara. El trabajo de García-Carrión Corujo contiene gráficos sobre la investigación que avala las conclusiones que se contienen en sus ciento cincuenta páginas, así como un estudio sobre los beneficios del vino en la salud.
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