Diez orejas cortaron los siete espadas en el festival taurino contra el cáncer
22.02.10 - 00:27 -
JOSÉ MARÍA GALIANA MURCIA./ La Verdad
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JOSÉ MARÍA GALIANA MURCIA./ La Verdad
La crisis, la seria amenaza de intensas lluvias y el frío, no evitaron que La Condomina rozara el lleno. Tampoco lastraron la ilusión y la alegría que cada año manifiestan en los tendidos los socios y amigos de la Asociación Española contra el Cáncer, en su XVI Festival Taurino y la colaboración del Museo Taurino y Club Taurino de Murcia.
Además, la emoción salió a relucir cuando todo el público, de pie, guardó un minuto de silencio en memoria de Benito Belmar Ramos, que durante 25 años fue conserje de la plaza, cuarta generación de quienes han estado al cuidado del coso de La condomina.
Se cayó del cartel Rivera Ordóñez por indisposición de última hora, y en su lugar hizo el paseíllo Daniel Luque que se llevó el gato al agua a base de quietud y ceñimiento, desde las primeras verónicas que dibujó con apostura, cargada la suerte, luciéndose después, airoso, por chicuelinas, lances que llegaban a los tendidos, pero donde dio una lección de valor fue con la muleta, después de brindar a Rafaelillo, otro valiente al que le tocó el garbanzo negro.
Impávido, Luque, hilvanó, ajustado y poderoso, suertes en un palmo de terreno, rompió a tocar la Banda y fue aplaudido y coreado en las series de muletazos con ambas manos, templado, encunado en los pitones, dando siempre la ventaja.
El premio fue de dos orejas, pero no valían lo mismo que las que paseó El Cordobés después de torear muy distante, adornarse genuflexo, arrebatarse, tocar la testuz del noble animaly hacer el manido salto de la rana que en el tendido de sol levanta pasiones. Precavido siempre, dio fiesta a sus seguidores con desplantes, abundantes saltos de la rana.
Un toro incierto
Sin embargo, a Rafaelillo, le correspondió un toro incierto que se revolvía en un palmo y buscaba la yugular. Lo saludó con dos largas cambiadas a dos manos y, al torear de rodillas, el toro lo levantó sin consecuencias. Tuvo mérito una serie con la mano izquierda y otra más templada y firme.
Injusto fue que el público sólo demandara una oreja, pero dejó la estela de siempre.
El torero del barrio del Carmen se ha labrado una proyección tan importante que hace el paseíllo en las plazas de primera, tanto en España como en los rigurosos cosos franceses.
El Fandi se lució por navarras e hizo un quiebro muy ceñido. Brindó al respetable, hizo el remolino girando sin cesar y sonaron las armonías de Ópera Flamenca. Vibrante, pareó al violín, al cuarteo y de frente por detrás, de punta a punta de la plaza. La faena se fue al traste por la falta de casta y sosería, defendiéndose de continuo, lo cual no fue óbice para pasear dos orejas.
César Jiménez se fue de vacío por un toro muy parado que impidió su lucimiento. Todo fue brindar al respetable y el animal se derrumbó tras un puyazo; contagiado, hizo el péndulo a un toro más parado que el caballo del fotógrafo.
A Fresón, el novillo de Lagunajanda, lo saludó con firmeza y poder la murciana Conchi Ríos en el tendido del dos.
Fue después, cuando sintió el segundo puyazo, que se torno encimista. Salió airosa en una serie al natural, pero el de Lagunajanda se revolvía y se frenaba. Lo despenó de una estocada baja y paseó una oreja.
Al toro de Fermín Bohórquez para rejones, noble y repetidor, lo llevó Diego Ventura cosido siempre a la grupa, engañando al quiebro y cobrando una estocada fulminante que le premiaron con dos apéndices.
El triunfador de la tarde fue Daniel Luque, uno de los que van a auparse en el escalafón a base de esfuerzo y ambición.
Además, la emoción salió a relucir cuando todo el público, de pie, guardó un minuto de silencio en memoria de Benito Belmar Ramos, que durante 25 años fue conserje de la plaza, cuarta generación de quienes han estado al cuidado del coso de La condomina.
Se cayó del cartel Rivera Ordóñez por indisposición de última hora, y en su lugar hizo el paseíllo Daniel Luque que se llevó el gato al agua a base de quietud y ceñimiento, desde las primeras verónicas que dibujó con apostura, cargada la suerte, luciéndose después, airoso, por chicuelinas, lances que llegaban a los tendidos, pero donde dio una lección de valor fue con la muleta, después de brindar a Rafaelillo, otro valiente al que le tocó el garbanzo negro.
Impávido, Luque, hilvanó, ajustado y poderoso, suertes en un palmo de terreno, rompió a tocar la Banda y fue aplaudido y coreado en las series de muletazos con ambas manos, templado, encunado en los pitones, dando siempre la ventaja.
El premio fue de dos orejas, pero no valían lo mismo que las que paseó El Cordobés después de torear muy distante, adornarse genuflexo, arrebatarse, tocar la testuz del noble animaly hacer el manido salto de la rana que en el tendido de sol levanta pasiones. Precavido siempre, dio fiesta a sus seguidores con desplantes, abundantes saltos de la rana.
Un toro incierto
Sin embargo, a Rafaelillo, le correspondió un toro incierto que se revolvía en un palmo y buscaba la yugular. Lo saludó con dos largas cambiadas a dos manos y, al torear de rodillas, el toro lo levantó sin consecuencias. Tuvo mérito una serie con la mano izquierda y otra más templada y firme.
Injusto fue que el público sólo demandara una oreja, pero dejó la estela de siempre.
El torero del barrio del Carmen se ha labrado una proyección tan importante que hace el paseíllo en las plazas de primera, tanto en España como en los rigurosos cosos franceses.
El Fandi se lució por navarras e hizo un quiebro muy ceñido. Brindó al respetable, hizo el remolino girando sin cesar y sonaron las armonías de Ópera Flamenca. Vibrante, pareó al violín, al cuarteo y de frente por detrás, de punta a punta de la plaza. La faena se fue al traste por la falta de casta y sosería, defendiéndose de continuo, lo cual no fue óbice para pasear dos orejas.
César Jiménez se fue de vacío por un toro muy parado que impidió su lucimiento. Todo fue brindar al respetable y el animal se derrumbó tras un puyazo; contagiado, hizo el péndulo a un toro más parado que el caballo del fotógrafo.
A Fresón, el novillo de Lagunajanda, lo saludó con firmeza y poder la murciana Conchi Ríos en el tendido del dos.
Fue después, cuando sintió el segundo puyazo, que se torno encimista. Salió airosa en una serie al natural, pero el de Lagunajanda se revolvía y se frenaba. Lo despenó de una estocada baja y paseó una oreja.
Al toro de Fermín Bohórquez para rejones, noble y repetidor, lo llevó Diego Ventura cosido siempre a la grupa, engañando al quiebro y cobrando una estocada fulminante que le premiaron con dos apéndices.
El triunfador de la tarde fue Daniel Luque, uno de los que van a auparse en el escalafón a base de esfuerzo y ambición.
LA CORRIDA
La Condomina. XVI Festival Taurino a beneficio de la Asociación Española contra el Cáncer. Tres cuartos de entrada, tarde soleada y fría en las postrimerías.
Ganadería. Un toro de Fermín Bohórquez, de Cádiz, para rejones, cinco toros de Martelilla, de Jerez de la Frontera (Cádiz), y un novillo de Lagunajanda para honchi Ríos.
Cartel. El rejoneador Diego Ventura: estocada fulminante (2 orejas). El Cordobés: 2 orejas con petición. Rafaelillo (oreja). El Fandi (2 orejas). César Jiménez: estocada tendida, aviso, 6 descabellos (palmas). Daniel Luque (2 orejas). Conchi Ríos: estocada baja (oreja). A Rivera Ordóñez lo sustituyó Daniel Luque por indisposición.
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