jueves, 25 de febrero de 2010

El Wall Street de Cartagho Nova

Pepa García /La Verdad
Muros de cuatro metros, paños de pinturas murales y columnas intactas se podrán visitar desde finales de año en el regenerado pulmón de Cartagena
Las excavaciones del Molinete recuperan el centro económico y social de la ciudad romana

El centro económico, político, legislativo, religioso y social de Cartagho Nova, el Wall Street de la ciudad desde el siglo II a. C., volverá a brillar con luz propia en el 2011, cuando el proyecto de recuperación del Cerro del Molinete quede concluido y todas las infraestructuras públicas de la ciudad altoimperial, que esconde la hasta hace poco degradada colina, hayan sido excavadas, estudiadas, recuperadas, protegidas y musealizadas.
Serán 26.000 metros cuadrados destinados a parque arqueológico, el Parque Cima, que contarán con un centro de interpretación instalado en la primera planta del nuevo centro de salud (ya construido) y que servirán como bienvenida al visitante. «El parque arqueológico más grande ubicado en el centro de una ciudad», comenta José Miguel Noguera, codirector junto a María José Madrid de la excavación del Cerro del Molinete, que ya ha sacado a la luz la palestra (zona para recibir a los usuarios y donde se practicaba gimnasia) de las termas de la calle Honda (se empezaron a excavar en 1982) con unos impresionantes suelos de ladrillo en espiga; el edificio del atrio, «un lugar dedicado a la celebración de banquetes rituales y que tenía dos plantas»; parte del foro, centro político, económico, legislativo y social de la ciudad romana; la curia, lugar de reunión del senado local; y parte de lo que parece ser un templo dedicado a divinidades orientales, parece que a Isis y Serapis; además de parte de las calzadas por las que circulaban los habitantes de la época (decumanos y cardos) y que todavía conservan la huella dejada por los carros tras siglos de uso. «Una ciudad totalmente romana. Hasta hay un sillar con un falo invertido esculpido, que tenía carácter protector contra el mal de ojo y los malos espíritus», explica Noguera.
El lunes comenzaron las obras de construcción de la modernísima cubierta que protegerá el yacimiento y permitirá las visitas en la zona sur del cerro, excavado a lo largo de 2008 y 2009. Unas instalaciones que costarán 1,5 millones de euros e imprescindibles para la conservación de todos estos edificios que, además, harán posible diseñar un recorrido en altura para apreciar una zona muy importante de la ciudad romana en toda su dimensión y para que los visitantes curioseen en cada una de las impresionantes estancias de todos estos edificios. Una propuesta que estará lista a finales de 2010.
Pero las intervenciones para recuperar el importante patrimonio histórico y arqueológico que oculta este cerro cartagenero son mucho más ambiciosas y, en breve, comenzarán los trabajos para intervenir también en la cima, donde los responsables de la excavación esperan poder sacar a la luz un castellum aquae (una infraestructura hidráulica que suministraba el agua a toda la ciudad), el templo de Atargatis (del II a.C. consagrado a una divinidad oriental, siria) y las viviendas indígenas (de época ibérica, siglo III a.C.) que se encuentran en lo alto de la colina. Junto a estas excavaciones, que siempre llevan aparejado el estudio y recuperación de lo hallado, el ayuntamiento cartagenero acometerá la regeneración del cerro como pulmón verde de la ciudad con la construcción de amplias zonas ajardinadas, además de la restauración de los molinos de siglo XVII y de la muralla del Deán (siglo XVI) que, sumados a la adecuación del anillo peatonal que circunda el Molinete, devuelve a la vida una céntrica zona urbana que había permanecido semiabandonada. Unos trabajos que se llevarán a cabo con 4 millones de euros aportados dentro del Plan E.
Motor de regeneración
«La arqueología no es sólo ciencia, sino que puede ser, y lo es hoy en día, motor de regeneración urbana y desarrollo; sobre todo en una ciudad que ha vivido dedicada fundamentalmente a la industria pesada, al ejército y a la minería durante muchísimas décadas y, cuando todos esos activos han desaparecido, lo que queda es su ilustre pasado y sus restos. Al final, si le sacas provecho, te puede dar mucho rédito», opina Noguera.
Mientras que la excavación no se concluya íntegramente -«el centro de interpretación tardará más porque ahora se está construyendo una pasarela que permita el paso desde la calle Adarve, salvando los restos, y habrá que terminar todas las excavaciones», advierte la alcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro-, los visitantes podrán disfrutar en un plazo de tiempo más breve de impresionantes infraestructuras romanas de la parte pública de la ciudad.
Cartagho Nova era una ciudad de 51 hectáreas (510.000 m2), rodeada de agua (el mar Mediterráneo, el mar de Mandarache y un lago salado) y de cinco pequeños cerros, con un impresionante valor geoestratégico por su excepcional puerto natural y ser una plaza defensiva difícil de asediar. Habitada por unos 40.000 habitantes (según Polibio), los restos aparecidos hablan de una ciudad muy populosa, con muchos mercaderes y gente muy culta, cuyos habitantes, con raigambre en el Mediterráneo Oriental (dato que revela el culto a divinidades orientales, así como el dominio del griego), eran gente muy leída y escrita (saben leer y escribir latín y griego). Así la describen Madrid y Noguera tras analizar los datos extraídos de la excavación del centro neurálgico de esa ciudad, por el que podían pasar entre 100 y 200 personas al día, estiman a vuelapluma los codirectores de la excavación.
El edificio del atrio
Accediendo desde la remozada calle Balcones Azules, a finales de 2010 los visitantes recorrerán el yacimiento sobre una pasarela a la citada calle para, mediante una escalera, llegar a las fauces (pasillo de acceso al atrio) y, a pie de excavación, entrar al atrio del edificio de banquetes rituales (con su pozo y su impluvium, sus columnas intactas y encontradas in situ), su larario (especie de altar para el culto de alguna divinidad) y una sala más noble que se ha encontrado con todos sus muros (de 4 metros de alzado) cubiertos por excepcionales pinturas que imitan mármoles polícromos y una cenefa superior con máscaras femeninas y motivos florales. Desde el atrio se podrá ir entrando, uno tras otro, a los salones en donde los arqueólogos creen que se celebraban banquetes rituales y que estarían amueblados con los característicos lechos triclinales.
Por una puerta del edificio se saldrá al cardo (calzada) y al decumano (otra calzada) por los que se paseará -como se hace en Pompeya, aclaran los expertos-. Otra pasarela permitirá acceder a la zona de las termas, donde por las tardes bullía de actividad la ciudad, con bajada en el frigidarium (sala fría) y acceso a la palestra (espacio de recepción de las termas en el que se autorrepresentaban las élites municipales y para sesiones de gimnasia). Precisamente la excavación de la palestra fue uno de los momentos cumbres, reconoce Noguera, porque se encontró la cornucopia -«un cuerno de la abundancia de mármol, fantástico, repleto de frutos y decorado con elementos vegetales, que remite al arte oficial de época augustea», ilustra-. También en la palestra se hallaron los suelos de ladrillo en espiga, hoy intactos, junto a los que pasearán los visitantes, así como una pintura mural que representa una escena de caza. Por otra pasarela se regresará a la misma puerta de acceso.
Este recorrido se ampliará considerablemente cuando se concluyan todas las excavaciones (no antes de la campaña de 2011). Así, los visitantes podrán pasear por la curia (ubicada en los sótanos del nuevo centro de salud) y podrán revivir los debates políticos de los senadores locales. También se podrá visitar el foro, uno de los complejos arquitectónicos más importantes de toda ciudad romana, donde se impartía justicia, se hacían negocios y se rendía culto al emperador. Precisamente en la parte norte del foro, Madrid y Noguera esperan encontrar alguna estructura perteneciente al templo y, en la parte occidental, restos de los edificios típicos de este área forense como la basílica (una especie de bolsa donde también había tribunales) o el tabularium (archivo).
Cuando el centro neurálgico de la ciudad recupere su perdido esplendor, Cartagena acometerá los trabajos del anfiteatro, «ahora en fase de reflexión para decidir la línea por la que continuar», advierte Pilar Barreiro, que ha aprendido a no tener prisa, porque tiene claro que «hay que dejar trabajar a los mejores arqueólogos en lo mejor (el patrimonio) y financiar sus proyectos; ellos marcan los tiempos y los calendarios».

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