El Ayuntamiento pone en marcha una campaña para conseguir que los vecinos no arrojen los cigarrillos en la vía pública e instala recipientes en lugares estratégicos.
J. MORENO / La Opinión
J. MORENO / La Opinión
El ayuntamiento de Abarán ha puesto en marcha una campaña para mejorar la estética urbana y, entre sus objetivos, está el de acabar con las colillas de cigarrillos que los fumadores arrojan en las calles del municipio. Para ello, el Consistorio ha puesto en marcha una novedosa iniciativa que consiste en la instalación de ceniceros 'públicos' en lugares estratégicos del casco urbano, como en la puerta del Ayuntamiento -situado en la Plaza Vieja-, la Comisaría de la Policía Local, ubicada en la plaza de la Zarzuela, o en el teatro Cervantes, que se encuentra en la calle del Doctor Molina, una de las más transitadas de la localidad pues concentra a la mayoría de sucursales de las entidades bancarias. En esta primera fase, según informan fuentes municipales, se van a instalar un total de 25 unidades, y a la vez se llevarán a cabo acciones divulgativas para concienciar a los vecinos fumadores de que no deben arrojar al suelo las colillas de sus cigarrillos para así mantener el pueblo limpio. La presencia de los restos de cigarros en las calles ha aumentado en los últimos años, sobre todo tras la entrada en vigor de la ley antitabaco aprobada por el Gobierno de Zapatero en su primera legislatura. Al estar prohibido fumar en los centros de trabajo y en numerosos restaurantes y locales públicos, los empleados fumadores salen a la calle a calmar su ansiedad, aunque no todos se preocupan en apagar la colilla, recogerla y tirarla a una papelera. La mayoría de filtros van a parar a la vía pública, contribuyendo a ensuciarla. Este residuo del tabaco, además de ensuciar las calles ,es una potencial fuente de contaminación, ya que no hay que olvidar que el filtro del cigarrillo está diseñado para acumular los componentes del tabaco, incluidos los químicos más nocivos, que pueden ser liberados en contacto con el agua. Por tanto cuando llegan a los ríos o incluso al mar, sueltan estas sustancias, lo que supone una grave amenaza para la biodiversidad. Un dato relevante señala que una sola colilla puede provocar la contaminación de hasta ocho litros de agua.
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