sábado, 25 de abril de 2009

ALCANTARILLA/ 'Mayday' en la base aérea

Los servicios de emergencia militares y civiles mejoran su respuesta ante posibles accidentes, como el de un avión con 40 tripulantes que se estrella e incendia
G. HERMIDA ALCANTARILLA/ la Verdad
Las turbohélices del CN-295 carraspean y se paran. El avión de transporte, con 38 militares y dos pilotos, se precipita sobre la pista de la base aérea de Alcantarilla. «Mayday, mayday», gritan los pilotos a la torre. Es el código de una emergencia, que acaba de producirse al chocar contra el suelo. El impacto destroza el avión y deja un reguero de cuerpos sobre la pista. Son las 11.06 horas y la sirena de la base suena alertando de la catástrofe.
Es otro simulacro, pero el protocolo se activa de forma real. Los primeros en llegar son los bomberos de la base, que riegan un Aviocar que hace las veces de parte delantera del CN-295. Pero el oficial de vuelo, ante la magnitud del accidente, ya ha activado la alarma a nivel civil. En nueve minutos, llegan seis ambulancias y en 17 el hospital de campaña. El helicóptero del Servicio Aéreo de Rescate aterriza a las 11.23 y evacúa a tres de los heridos más graves a La Arrixaca.
Un código de colores -y algo de maquillaje- identifican a los heridos. Tarjetas amarillas para los leves, rojas para los 13 graves y 16 negras para los cadáveres. Sólo hay tres ilesos. En estos primeros momentos, es clave el triaje, determinar las prioridades. Otro helicóptero de la Dirección General de Emergencias hace acto de presencia en apenas minutos -está basado en la propia instalación militar- y realiza dos viajes con otros heridos graves.
Al lado de la pista, más de diez ambulancias, algunas llegadas de Molina o Las Torres de Cotillas. El hospital de campaña termina de instalarse y en apenas una hora la situación está estabilizada, con los heridos más graves ya hospitalizados y el fuego controlado.
Más de un centenar de efectivos civiles y 30 militares han vuelto a protagonizar un exitoso simulacro de un accidente que nadie quiere que ocurra. Pero al menos nos queda el consuelo de que si sucede, estamos bien preparados.

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