Jorge Badía/ La Verdad
En la década de los 50 y los 60, centenares de abanilleros emigraron a Francia en busca de un futuro. Durante esos años, Villeurbanne acogió a muchos de ellos con los brazos abiertos y mucho trabajo. Esta relación -en principio laboral- dio paso tras la dictadura a un pacto de amistad entre Abanilla y la villa francesa, que ha sido renovado con motivo del treinta aniversario del hermanamiento entre ambas localidades.
Tres décadas más tarde los hijos de esas familias de inmigrantes abanilleros han rememorado la historia de sus antepasados y de su propio municipio, renovando con Villeurbanne el pacto de amistad que en 1980 rubricaron el primer alcalde de la democracia en el ayuntamiento de Abanilla el independiente, Álvaro Gaona, y el ministro de Defensa y alcalde de la villa francesa, Charles Hernù.
En esta ocasión los actores han cambiado porque el tiempo no pasa en balde y los dos alcaldes que iniciaron esta relación de amistad ya han fallecido. Pero eso no ha sido excusa para que una expedición de medio centenar de vecinos con el alcalde de Abanilla, Fernando Molina, y el diputado nacional, Arsenio Pacheco, se hayan desplazado hasta Villeurbanne para renovar el pacto coincidiendo con la efeméride local. Molina y el alcalde de la villa, Jean Paul Brett, se han vuelto a estrechar la mano en nombre de todos sus vecinos.
Todos los años una delegación francesa se desplaza al municipio para disfrutar en mayo de las Fiestas en Honor a la Santa Cruz y en Abanilla hacen lo propio visitando las fiestas de la villa francesa. Un ejemplo más de la relación fluida que existe entre ambas localidades es el grupo de abanilleros que gestionan en Villeurbanne la Casa Cultural de Murcia y la Asociación Murciana, dos asociaciones que ejercen de 'embajadas de la cultura y las tradiciones murcianas.
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