El chaparrón obligó a acelerar el paso del espectacular y mágico desfile, que fue presenciado por miles de personas, y adelantó la quema de la Sardina
M. DE LA VIEJA MURCIA/ La Verdad
El desfile del Entierro de la Sardina volvió a conquistar anoche a sus incondicionales, ya que, pese a la lluvia, pocos se movieron de su sitio. Eso sí, la comitiva festiva fue más rápida; tanto que la Sardina empezó a arder a la una menos veinte de la madrugada. El público colapsó todas las calles del recorrido, intentando hacerse con el mayor número posible de regalos sardineros, sin inmutarse ante la lluvia que cayó durante el desfile.
El Entierro de la crisis, como lo han bautizado algunos (desfilaron dos grupos menos), contó con una larga comitiva de patrocinadores, que desfilaron delante repartiendo objetos promocionales y bolsas para recoger los juguetes.
La charanga Si tú quieres, con mucho ritmo, abrió paso a las carroza de los escudos de Murcia y la Agrupación Sardinera que lució escoltada por los grupos de estandartes y banderas sardineros.
La plataforma de la Mascota de la Sardina dio paso a la comparsa Pocoyó y Loula, que gustó mucho a los niños. La charanga Los Levantinos puso música a la comparsa de los patos del Entierro, que iban muy bailones, escoltados por los gigantes de Brotons, que este año lucieron como grandes maceros municipales.
La comparsa de los cabezudos, tan simpática como siempre, despertó la risas del público infantil. El ex concejal Antonio Sánchez Carrillo no dudó en despojarse de su cabezota para cedérsela al hijo de la concejal Maruja Pelegrín, que se sintió encantado con el experimento, mientras otros cabezudos aprovechaban para saludar a todos sus conocidos en la tribuna de autoridades.
La comparsa de granaderos dio paso a la carroza del Olimpo de Zeus, tirada por dos caballos percherones, rememorando los Entierros de la Sardina de otra época. No faltaron los diablos de Brotons, escoltados por la charanga Los envidiosos, y el dragón de Conte, con su gran bocaza llena de chispeantes bengalas.
Una recreación del Parque Jurásico llamó la atención de los chavales, que intentaban distinguir el nombre de los distintos animales prehistóricos, mientras unos picapiedras hacían reír a los más pequeños. Bonita fue la comparsa Maricaibo, que recreaba un espectáculo medieval, con comedores de fuego, zancudos y bufones. Detrás iba una graciosa comparsa de elefantes hinchables y el grupo La Pirueta de Águilas, que remedó una feria con sus atracciones, lo que hizo que el cortejo se llenase de padres y niños, subiendo y bajando de las atracciones, y cortando un poco el ritmo del desfile.
El grupo internacional del Caribe desfiló con una curiosa indumentaria a base de caña y fibras, que recreaba la de los espantapájaros o las capas contra la lluvia de algunas poblaciones antiguas norteñas. El ritmo caribeño de sus bailes parecían invocar la fertilidad de las cosechas.
Los Aquadores sorprendieron a niños y mayores con su fantasioso y extraño desfile, a base de raros aparatos con ruedas. Especial interés despertaron un grupo de zancudos fantasmagóricos, que recordaban a unos alienígenas,.
Detrás iba una comparsa de payasos hinchables, seguidos por las guapas majorettes de Hungría, muy elegantes con sus leves indumentarias y su marchosa banda de granaderos. La comparsa Aves del Paraíso, de Torrevieja, puso el toque carnavalero con sus indumentarias, seguidas por una plataforma con orquesta en directo y la comparsa D'Sal, también de Torrevieja, con grandes espalderas en forma de rueda, y otra plataforma de música en vivo. El mejor espectáculo en plena calle.
M. DE LA VIEJA MURCIA/ La Verdad
El desfile del Entierro de la Sardina volvió a conquistar anoche a sus incondicionales, ya que, pese a la lluvia, pocos se movieron de su sitio. Eso sí, la comitiva festiva fue más rápida; tanto que la Sardina empezó a arder a la una menos veinte de la madrugada. El público colapsó todas las calles del recorrido, intentando hacerse con el mayor número posible de regalos sardineros, sin inmutarse ante la lluvia que cayó durante el desfile.
El Entierro de la crisis, como lo han bautizado algunos (desfilaron dos grupos menos), contó con una larga comitiva de patrocinadores, que desfilaron delante repartiendo objetos promocionales y bolsas para recoger los juguetes.
La charanga Si tú quieres, con mucho ritmo, abrió paso a las carroza de los escudos de Murcia y la Agrupación Sardinera que lució escoltada por los grupos de estandartes y banderas sardineros.
La plataforma de la Mascota de la Sardina dio paso a la comparsa Pocoyó y Loula, que gustó mucho a los niños. La charanga Los Levantinos puso música a la comparsa de los patos del Entierro, que iban muy bailones, escoltados por los gigantes de Brotons, que este año lucieron como grandes maceros municipales.
La comparsa de los cabezudos, tan simpática como siempre, despertó la risas del público infantil. El ex concejal Antonio Sánchez Carrillo no dudó en despojarse de su cabezota para cedérsela al hijo de la concejal Maruja Pelegrín, que se sintió encantado con el experimento, mientras otros cabezudos aprovechaban para saludar a todos sus conocidos en la tribuna de autoridades.
La comparsa de granaderos dio paso a la carroza del Olimpo de Zeus, tirada por dos caballos percherones, rememorando los Entierros de la Sardina de otra época. No faltaron los diablos de Brotons, escoltados por la charanga Los envidiosos, y el dragón de Conte, con su gran bocaza llena de chispeantes bengalas.
Una recreación del Parque Jurásico llamó la atención de los chavales, que intentaban distinguir el nombre de los distintos animales prehistóricos, mientras unos picapiedras hacían reír a los más pequeños. Bonita fue la comparsa Maricaibo, que recreaba un espectáculo medieval, con comedores de fuego, zancudos y bufones. Detrás iba una graciosa comparsa de elefantes hinchables y el grupo La Pirueta de Águilas, que remedó una feria con sus atracciones, lo que hizo que el cortejo se llenase de padres y niños, subiendo y bajando de las atracciones, y cortando un poco el ritmo del desfile.
El grupo internacional del Caribe desfiló con una curiosa indumentaria a base de caña y fibras, que recreaba la de los espantapájaros o las capas contra la lluvia de algunas poblaciones antiguas norteñas. El ritmo caribeño de sus bailes parecían invocar la fertilidad de las cosechas.
Los Aquadores sorprendieron a niños y mayores con su fantasioso y extraño desfile, a base de raros aparatos con ruedas. Especial interés despertaron un grupo de zancudos fantasmagóricos, que recordaban a unos alienígenas,.
Detrás iba una comparsa de payasos hinchables, seguidos por las guapas majorettes de Hungría, muy elegantes con sus leves indumentarias y su marchosa banda de granaderos. La comparsa Aves del Paraíso, de Torrevieja, puso el toque carnavalero con sus indumentarias, seguidas por una plataforma con orquesta en directo y la comparsa D'Sal, también de Torrevieja, con grandes espalderas en forma de rueda, y otra plataforma de música en vivo. El mejor espectáculo en plena calle.
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