sábado, 4 de abril de 2009

LORCA/La procesión de la Dolorosa abre la Semana Santa entre el clamor de miles de almas azules

La imagen titular del Paso Azul procesionó en su trono de andas Mujeres con mantilla precedían el paso de la Virgen de los Dolores
04.04.09 -
A. S. / P. W. / T. M. LORCA/ La Verdad
Los que no crean o no entiendan de sentimientos que se abstengan de venir a Lorca en Semana Santa. Los que no conciban la posibilidad de un delirio colectivo por un color, una imagen, un sonido, que se mantengan al margen porque no serán capaces de vivir, vibrar, disfrutar y añorar cada uno de esos instantes que la hacen inigualable. Esos instantes en los que la sangre se alborota y emigra del cuerpo en forma de un ¡Viva la Virgen de los Dolores! Esos instantes en los que cientos de voces adoptan el silencio como única forma de expresión hasta que la Madre Dolorosa cruza el umbral de la puerta de la iglesia de San Francisco.
Instantes en los que comienzan los sones de las Caretas y el silencio adoptado minutos antes pasa a ser historia entre un mar de pañuelos azules. Esos instantes en los que una bandera, surgida del amor del azul que la concibió y las bordadoras que la alumbraron, marca el comienzo del cortejo. Instantes en los que cobran vida las piezas de museo en oro y sedas. Instantes de promesas de las mujeres ataviadas con mantilla que acompañan a la Virgen y de los portapasos que la llevan sobre el hombro.
Instantes que se mueven en el deseo de no querer terminarse. Instantes que se terminan en el eco del griterío de los azules que acompañan a su Virgen, la Madre Dolorosa, hasta el templo del que volverá a salir para sumarse a la procesión la tarde del próximo Viernes Santo. Instantes, instantes y más instantes que unidos constituyen el considerado como día más azul del año, el Viernes de Dolores. El comienzo de la Semana Santa lorquina. La primera procesión.
La lluvia ha venido atemorizando durante toda la semana y todo el día, pero al final ayer pudo más el deseo de cientos de cofrades de dar el pistoletazo de salida a los Desfiles Bíblico Pasionales. A media tarde, y tras la primera recogida de banderas, la imagen de la Virgen de los Dolores partía desde su sede religiosa para presidir el cortejo de la Hermandad de Labradores. Lo hacía en el trono de andas estrenado hace ahora dos años y realizado en plata por el orfebre sevillano Juan Borrero. En su realización se invirtieron más de dos años y más de 250 kilos de plata. Está compuesto por canastilla calada, labrada en plata con doce medallones alegóricos a la vida de la Virgen.
La Dolorosa que, cubierta con el irrepetible manto que para ella ideara el insigne Francisco Cayuela, iba precedida por decenas de mujeres vestidas con la clásica mantilla española en señal de duelo por la muerte de Jesús. Ni un solo segundo de descanso para los hombres y mujeres que con gozo azul viven el orgullo personal de portar a la Virgen de los Dolores sobre sus hombros.
Lágrimas y gritos prisioneros que se fugan en el momento en el que el estandarte guión, obra de Emiliano Rojo del año 1945, entra en carrera. Tras él la Infantería Romana, las banderas de la Hermandad, y el estandarte del Ángel Velado obra de Francisco Cayuela. Con paso lento y penitente, las mujeres azules anuncian la proximidad de la Virgen envuelta en rosas. En las manos comienzan a prepararse los claveles, y el corazón se acelera. La razón aquí no ha sido invitada.
Tras la Dolorosa, los integrantes del Escuadrón de Caballería de la Guardia Civil que le dan escolta, y los nazarenos de los Siete Dolores. La escolta a caballo del Paso Azul cierra una comitiva eminentemente religiosa que acaba como empezó, con un instante.

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