sábado, 18 de abril de 2009

CARAVACA/ Los festeros de la Media Luna inundan la ciudad con pólvora, música y fiesta

El Bando Moro impuso un pañuelo bordado con su escudo al Delegado del Gobierno durante la Cena Mozárabe
18.04.09 - 18:25 -
JUAN F. ROBLES CARAVACA DE LA CRUZ/ la Verdad
A falta de unos pocos días para las Fiestas de la Vera Cruz, los festeros de la Media Luna, las kábilas moras inundaron la ciudad con pólvora, música, juegos infantiles, pasacalles, conmemoraciones ... y fiesta. Caravaca fue tomada por el Bando Moro para llenar cada rincón de la localidad de colorido y diversión. La Diana, con pólvora y música, fue la actividad con la se arrancó un intenso programa que se prolongó hasta bien entrada la madrugada.
En el transcurso de la Cena Mozárabe, organizada por la kábila Almorávides, el presidente del Bando Moro impuso un pañuelo bordado con el escudo de este colectivo festero al Delegado del Gobierno, Rafael González Tovar, por su apoyo a la ciudad con motivo de los preparativos del Año Santo 2010 y para destacar a quien es kabileño, concretamente de la kábila Ceyt Abuceit desde hace muchos años.
A primera hora de la mañana, los kabileños de Abul Khatar llenaron el cielo caravaqueño de un intenso olor a la pólvora y del peculiar sonido del disparo de sus trabucos. Al finalizar la diana, músicos y festeros repusieron fuerzas con unas migas con tajás. Y tras el pequeño receso, la música se adueño nuevamente de las calles principales para realizar la ‘recogida’ de los Sultanes, primero los infantiles, Julián Medina y Verónica Gómez, y posteriormente a los mayores, los hermanos Carlos y Juani Guirao.
El corazón de la fiesta se trasladó más tarde a las inmediaciones del Pabellón Multiservicios donde los más pequeños pudieron disfrutar con los hinchables instalados y los adultos participaron de la ‘cerveza popular’ dando cuenta de varios cientos de litros. Medio millar de personas dieron cuenta del Arroz Agareno y las charangas pusieron rumbo a la Gran Vía donde niños y mayores disfrutaron con las atracciones preparadas en la principal arteria caravaqueña.
Al atardecer, las kábilas volvieron a adueñarse de las calles para participar en las cenas preparadas en cada uno de sus refugios. Sobre las 12 de la noche, las charangas tomaron la Gran Vía y la fiesta se prolongó durante varias horas.

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