lunes, 25 de octubre de 2010

CARTAGENA/ El alcalde de la calle de Gisbert

La Verdad
Las obras de la nueva calle de Gisbert fueron inauguradas el 30 de mayo de 1878 con las presencia de numerosas autoridades, entre ellas el alcalde Cirilo Molina Cros, y el subsecretario de la Gobernación, el murciano Lope Gisbert, cuyo nombre se dio a la flamante vía urbana en agradecimiento a sus gestiones para el permiso de obras. Cartagena se abría al mar en directo desde las calles de la Caridad y de la Serreta.
Fue un cartagenero, Cirilo Molina Cros, nacido en 1819, abogado y alcalde quien, una vez finalizada la contienda cantonal llevó a efecto la apertura de la calle de Gisbert, a costa de seccionar el cerro de la Concepción.
El proyecto de actuación sobre la zona fue elaborado por el arquitecto municipal Carlos Mancha Escobar (1827-1887) y aprobado por el Ayuntamiento en 1864, aunque las obras, como se indica, no comenzaron hasta 1878, Según Juan José Aniorte, antes de terminar el citado año quedó abierto el túnel (el Agujero), por debajo de la Muralla del Mar, continuando las obras de desmontes hasta 1893, fecha en que se unió a la calle de la Caridad y Serreta con la de Gisbert.
Cirilo Molina impulsó la llegada del ferrocarril a Cartagena, dotó a la ciudad de una Casa de Correos, que había quedado derruida tras el asedio de las obras centralistas al Cantón; también, según Aniorte, empedró sus calles, así como se ocupó de la reparación de sus caminos vecinales, urbanizó la plaza de la Merced, a la que los cartageneros conocemos como El Lago, y dio solución al grave problema de los enterramientos ciudadanos con la creación del cementerio municipal de Nuestra Señora de los Remedios en Santa Lucía, gracias a la donación que hizo Jacinto Martínez y Martí de una parte de la Hacienda de San Juan. El único objetivo que no consiguió Molina fue el de hacer llegar el agua.
Molina casó con Librada Felipa Biale Valarino, tal vez emparentada -según deduce Aniorte- conNicolás Biale que poseía una consignataria en uno de los bajos del Palacio Molina, por lo que sería inquilino del histórico inmueble. Esta situación de inquilinato finalizaría en 1871 cuando Cirilo Molina adquiere al marqués de Pinares, José Riquelme Vivar, la propiedad del edificio, al que se anexionaría un anchurón o plazuela donde se ubicarían sus cocherones, anchurón cuyos bajos ocuparon el Centro Regional de Artesanía y la bodega La Uva Jumillana; en el otro lado del inmueble, y con igual finalidad, se anexionó una estrecha callejuela que unía las calles de Jara y Honda.
Este edificio fue heredado, tras ser utilizado durante la guerra civil como centro de ocio y formación de milicianas, por sus hijos Alberto y María del Carmen Molina Biale. El primero falleció soltero, mientras que su hermana, nacida el 11 de enero de 1868, casó con el teniente coronel Miguel Monche Ríos, del que enviudaría en 1916, falleciendo ella el 29 de mayo de 1962. Según testamento de la finada, el edificio lo heredaría el Instituto Catequista Dolores Sopeña, quedando como usufructuaria Florentina de la Vega Molina, sobrina de la anterior. Al fallecer Florentina, en 1987, adquiere el edificio la mercantil Inmuebles La Bocana, SA, que, a su vez sería adquirida por el Ayuntamiento de Cartagena.
Cirilo Molina Cros, filántropo, burgués y librepensador, fue también presidente de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y falleció en el Palacio Molina a la edad de 85 años, de una bronco-neumonía, el 29 de marzo de 1904.
La barriada de los regidores
El Ayuntamiento acordó que la Barriada de la Virgen de la Caridad, conocida popularmente como Las Seiscientas, fuera algo así como la zona en la que sus calles tuvieran mayoritariamente nombres de alcalde. Así están perpetuados Martínez de Galinsoga, Ángel Moreno, Roig Ruiz, Rolandi, Conesa Balanza, Sánchez Jorquera, Sánchez Arias, Valentín Arróniz, Carlos Tapia, Bartolomé Spottorno, Cazorla Rico, Leopoldo Cándido, Leandro Madrid, Manuel Carmona, Muñoz Delgado, Más Gilabert, Serrat, García Vaso y otros. Precisamente, las vías urbanas que llevan los nombres de Manuel Carmona, Valentín Arróniz, Jorquera y García Vaso, desembocan en la plaza del Cronista Federico Casal. A la calle del alcalde Cirilo Molina se entra por la de Grecia y desemboca en la plaza del alcalde Cendra Badía. Es paralela a las calles de los alcaldes Carlos Tapia y Valentín Arróniz.

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