Morente.
Eurovillas VI
Residencial
Nuevo Principado
Continúan a buen ritmo las obras de
construcción de la Rotonda del Chino (vox
populi) en la Avenida de la Libertad, destinada a facilitar la comunicación
vial con el CAR. Quienes, procedentes de la AP-7 salida 786, se dirijan al
centro de la ciudad, advertirán esta novedad, un logro más del equipo de
gobierno municipal, resultado de aplicar su plan I+D+i conocido como
Re-Typical. Para realzar tan magna obra, anunciando su presencia desde la
distancia, se ha modificado el parterre que separa los dos sentidos de la
marcha en la Avenida de la Libertad. De las antiguas zonas ajardinadas solo han
quedado alcorques para árboles y palmeras, separados de espacios cementados y
pintados. Para ello, siendo este un municipio que pretende destacar por la
presencia de colores estridentes en espacios urbanos, colores vivos, chillones,
que sobresalgan estéticamente, que rompan la armonía del entorno, se han
pintado de color azulcelestebrillantepopular.
Quienes no lo sepan no hará falta que pregunten por el signo político
del equipo de gobierno, dado que su color corporativo engalana el municipio,
aunque sea por el suelo. Cabe esperar que, cuando dentro de dos años se
produzca el relevo en el partido gobernante, el recién llegado utilice también
este espacio público para promocionar su color corporativo. Sin duda alguna
este color atraerá a las gaviotas.
El compromiso municipal con la excelencia y
la creatividad turística tiene como premisa fundamental dejar hacer a los
nuevos restauradores que, respondiendo al efecto llamada durante los últimos
años, acuden con su particular concepción del negocio de la hostelería, desde
premisas cutres y horteras-, desterradas hace
tiempo en otros lugares de la geografía española, pero que han desembarcado aquí con más
pronunciamiento que el huevo de Colón. Consolidada ya la ocupación indefinitiva
de espacios públicos (caballitos de colores incluidos), con “terrazas” que no
se retiran a diario ni de broma, con todo tipo mobiliario y artilugios
atornillados al enlosado o sobre ruedas inutilizadas (no pueden desplazar lo
que soportan) ha llegado el momento de tirar de brocha y colorear cuanto se
presente, incluidas las fachadas de ladrillo visto. No hay restricciones al uso
del color. Todos valen. Del blanco al negro (aunque dicen que no es un color)
pasando por el Arco Iris. Pero, eso sí, tienen que llamar la atención, aunque
mirarlos fijamente provoque mareos.
Cabe esperar que, cuando las
obras en la Avenida de la Libertad finalicen, se destine algún dinerillo del
presupuesto a reparaciones urgentes (algunas lo son desde hace años) en la vía
pública, especialmente aceras, cuyo lamentable estado pone al descubierto la
inexistencia de un plan local de prevención de riesgos en vías urbanas, en
espacios públicos. No sería mala idea empezar por la Calle Río Arangüín, a escasos cien metros de la Rotonda
del Chino. Después, arreglado todo aquello que representa peligro para las
personas, habrá que acometer un plan de eliminación de grafitis de las
fachadas. Cuestión de imagen.
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