jueves, 14 de octubre de 2010

ARCHENA/ Estudios que cuestan lágrimas

La Opinión de Murcia
Los padres de un niño de 12 años acusan a tres maestras de maltratar a su hijo en el colegio, al que no acude desde hace dos años. El menor estudia en casa tras haber presentado una denuncia
Todo el pastel se destapó el 5 de junio de 2008, el día en que J. A. cumplía diez años. No fue precisamente una sorpresa agradable para sus padres la que derivó de la fiesta que organizaron en casa para sus amigos del colegio. Sus compañeros de clase empezaron de pronto a relatar «cómo su maestra le propinaba pellizcos al niño, le castigaba si se le caía un lápiz al suelo o cómo le encerraba en el cuarto de baño».
En ese momento, sus progenitores grababan la conversación con la cámara de vídeo sin dar crédito, tal y cómo recuerda María Esther Ríos, la madre del niño, inmersa todavía en una cruzada judicial para que los tribunales, tras la denuncia impuesta por maltrato contra tres maestras de un colegio de Archena, reconsideren estos hechos como un delito.
«El 18 de junio, mi hijo llegó del colegio con lesiones en brazos, caderas y piernas y, desde entonces, no ha vuelto a poner un pie en el centro», añade su madre, que tiene en su poder un certificado del Servicio Murciano de Salud que diagnostica que el niño sufrió maltrato infantil.
Los padres empezaron a sospechar de que algo grave le ocurría a su hijo meses antes. «No quería ir al centro escolar, siempre estaba llorando y se resistía a entrar a clase», comenta Esther, que señala que ahora, tras intensos años de tratamiento, su hijo está irreconocible. «No parece él. Ya cuenta cosas; antes todo era tabú».


Escolarización «mal orientada»
Según los informes que obran en poder de los padres de J. A., los problemas del niño comenzaron al inicio de su escolarización, «mal orientada, que se escudó en diagnósticos negativos respecto a sus conductas y que condujeron a que se le medicara y se le aplicaran determinadas técnicas de aprendizaje» que, a su vez, provocaron cada vez más dificultades del niño en el aula.
Según Esther, su hijo reproducía en casa los momentos más tensos que vivía en el cole, donde el pequeño creía que merecía que lo castigaran porque «se portaba mal, no hacía los deberes e incordiaba a los compañeros», tal y como consta en una denuncia.
Según su madre, al llegar a casa «encerraba al perro en el cuarto de baño, me pellizcaba y me tiraba del pelo... Hacía lo que vivía en el colegio». Pero, sobre todo, reconoce que sus compañeros de clase son los que mejor saben «el dolor» que ha sufrido el menor. «Recuerdan cómo arañaba la puerta del aseo cuando lo 'castigaban'», rememora.
Cinco niños, con el consentimiento de sus respectivos padres, van a testificar a favor de J. A. en el juzgado. Aún no hay fecha prevista para el juicio pues, según la abogada de la familia, María Dolores López, han recurrido el auto en el que el fiscal califica como falta las supuestas agresiones infligidas al niño. La letrada trabaja ahora para que el hecho sea reconocido como delito.
El menor no ha vuelto a clase. Está en casa y ha retomado las clases a través de un centro de educación a distancia. Sin dudarlo, su madre afirma que el progreso del pequeño se debe al apoyo de los múltiples profesionales que lo tratan, desde un psicoanalista de la Fundación Filium para la Prevención del Maltrato al Niño, en Madrid, hasta una neuropsicóloga de Alicante, especializada en daño cerebral.
Ahora, el futuro del niño y de sus maestras, ligado inequívocamente, está en manos de la Justicia. Desde el colegio prefieren guardar silencio y dejar que todo se decida en los tribunales.

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