La vivienda del vendedor asesinado había sido limpiada con desinfectantes para eliminar restos de sangre y huellas
25.09.12 - 01:01 -
«Confiamos plenamente en que la Guardia Civil va a esclarecer los hechos. Nos preguntaron si tenía algún enemigo, pero en Cieza todo el mundo respetaba a mi hermano. Él era un hombre con mucha fuerza de voluntad y mucho pundonor». Confiado en la labor de la Benemérita y en el equipo de Criminalística de la Guardia Civil de Madrid que investigan 'el crimen de las golosinas' de Cieza. Así se mostró ayer el hermano de la víctima, José Lozano, quien no escatimó agradecimientos por «el apoyo» y «el cariño» que están mostrando los vecinos a la familia del difunto Francisco Lozano Puche, de 57 años, conocido cariñosamente como Paco, 'el del quiosco de golosinas'.
Su establecimiento, situado en la calle Cadenas, al igual que el piso de la víctima, sigue cerrado a cal y canto tras «la muerte violenta» que sufrió Paco, según confirmó ayer la Delegación del Gobierno. Su titular, Joaquín Bascuñana, lamentó que los asesinos «se ensañaron». Además, la Guardia Civil pudo constatar «un fuerte olor a productos de limpieza», que posiblemente fueron utilizados por los homicidas para borrar restos de sangre y huellas del inmueble situado en el número 21 de la calle Cadenas. Justo al lado, en la calle Hoyos, la familia Lozano cuenta con dos garajes con capacidad para once coches y tres motos, que alquilan a razón de 56 euros con 86 céntimos. Un dinero, según sus usuarios, que se ingresa en una cuenta bancaria y no se le entregaba a la víctima, Francisco Lozano Puche, afectado por una discapacidad psíquica.
Este dato, sumado a la escasa recaudación que solía hacer Francisco en su establecimiento, de 30 a 50 euros diarios, hacen pensar que los asaltantes que entraron en su vivienda iban buscando algo más que la caja de la tienda de golosinas. Quizás, el número secreto de alguna tarjeta bancaria. Así lo confirma el hermano de la víctima, José Lozano. «No manejaba grandes cantidades de dinero y si hubiese sido amenazado lo hubiera dicho. Ese día la tienda estaba cerrada». De ahí que entre las líneas de investigación no se descarte el entorno de la víctima y que el agresor o los agresores pudiesen conocer a Paco, 'el del quiosco de golosinas', de forma que éste pudo abrirles, confiado, la puerta de su casa sin saber que era lo último que haría.
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