El Paso Blanco puso en carrera al grupo más multitudinario y el mundo egipcio marcó la comitiva del Paso AzulMiles de lorquinos con túnicas hebreas se sumaron ayer a la Procesión de las Palmas
La Verdad
Jesús descansó el sábado en Betania. A la mañana siguiente salió hacia Jerusalén y empezó a subir la ladera este del Monte de los Olivos. Cerca de allí estaba la aldea de Betfagé. Jesús mandó que le trajeran un pollino. Aparejaron el animal con sus mantos y Jesús montó sobre él. La gente que subía a la fiesta de la Pascua empezó a vitorear: ¡Hossana al hijo de David! Jesús, contemplando a Jerusalén, lloró por ella. Una gran muchedumbre acudió a su encuentro agitando palmas y ramas de olivo». Como si el tiempo no hubiese avanzado en los últimos siglos. Como si desde que Jesús entrara triunfante en Jerusalén no hubiese transcurrido ni un sólo día.
Así representó ayer el Paso Blanco este pasaje de la Historia Sagrada en la procesión del Domingo de Ramos, la más multitudinaria de cuantas se celebran en la Semana Santa lorquina. Miles de ciudadanos ataviados con túnicas de época y portando palmas y ramas se sumaron al cortejo del Pueblo Hebreo. Éste precede el paso de la Hermandad de la Curia, Paso Negro, que preside este segundo Desfile por la carrera principal con la imagen de la Santísima Virgen de la Soledad.
El Pueblo Hebreo, miles de figurantes que conforman el grupo más numeroso de cuantos procesionan en la Semana Santa lorquina, prologó el paso de una de las banderas de la cofradía. Tras ella, los Jinetes del Apocalipsis, representando a La Muerte, El Hambre, La Guerra y La Peste. El estandarte y los nazarenos de San Juan daban paso a uno de los instantes más esperado por los blancos, el paso del trono de su patrón, San Juan Evangelista, a hombros de portapasos con una espectacular ornamentación floral que no dejó ajeno a nadie.
Más de ochenta personas portaron el trono con la talla realizada por el escultor sevillano Castillo Lastruces. Fue el broche de oro a una procesión blanca que se abrió con el estandarte y los faroles del Rosario y el paso de la Infantería Romana con la banda de tambores y cornetas.
El grupo de Santa Elena con Constancio Cloro y Fausta preludiaba la llegada de dos cuadrigas y un tercer enganche con ocho caballos, la caballería romana, la infantería judía y el grupo del rey Salomón
Así representó ayer el Paso Blanco este pasaje de la Historia Sagrada en la procesión del Domingo de Ramos, la más multitudinaria de cuantas se celebran en la Semana Santa lorquina. Miles de ciudadanos ataviados con túnicas de época y portando palmas y ramas se sumaron al cortejo del Pueblo Hebreo. Éste precede el paso de la Hermandad de la Curia, Paso Negro, que preside este segundo Desfile por la carrera principal con la imagen de la Santísima Virgen de la Soledad.
El Pueblo Hebreo, miles de figurantes que conforman el grupo más numeroso de cuantos procesionan en la Semana Santa lorquina, prologó el paso de una de las banderas de la cofradía. Tras ella, los Jinetes del Apocalipsis, representando a La Muerte, El Hambre, La Guerra y La Peste. El estandarte y los nazarenos de San Juan daban paso a uno de los instantes más esperado por los blancos, el paso del trono de su patrón, San Juan Evangelista, a hombros de portapasos con una espectacular ornamentación floral que no dejó ajeno a nadie.
Más de ochenta personas portaron el trono con la talla realizada por el escultor sevillano Castillo Lastruces. Fue el broche de oro a una procesión blanca que se abrió con el estandarte y los faroles del Rosario y el paso de la Infantería Romana con la banda de tambores y cornetas.
El grupo de Santa Elena con Constancio Cloro y Fausta preludiaba la llegada de dos cuadrigas y un tercer enganche con ocho caballos, la caballería romana, la infantería judía y el grupo del rey Salomón
Del mundo hebreo al egipcio, o mejor a la inversa, porque cronológicamente el Paso Azul procesionó antes que el Paso Blanco con los grupos de su cortejo alusivos a la civilización de los faraones. Los exploradores que Moisés mandó a la Tierra de Promisión encabezaban el Desfile del Domingo de Ramos de la Hermandad de Labradores en el que también hizo acto de presencia Débora, la profetisa del Pueblo de Israel, con su manto bordado en sedas sobre raso de color verde mar
El espectáculo llegó con las acrobacias y el manejo del caballo de los Etíopes. Los jinetes sin montura levantaron hasta al más incrédulo del asiento. La agitación dejó paso a la serenidad de la biga de Moisés y al manto que lo engalana con escenas alusivas a la vida del hijo adoptivo de Meiamén.
La propia princesa daba escolta a su hijo en su carroza inspirada en los pilones del templo de Dakkeh en Nubia y arrastrada por esclavos egipcios. Le predecedían un grupo numeroso de jóvenes azules ataviadas de egipcias con ricos ropajes en oro y sedas. Las siete bigas del grupo del Triunfo de José precedían a la infantería y la banda egipcia con la que se cerraba la comitiva puramente bíblica para dejar paso al estandarte de San Juan, obra de Francisco Cayuela, y a la bandera de la cofradía con la que se ponía el punto y final a la participación azul en la procesión del Domingo de Ramos.
El Paso Morado, el Paso Encarnado y la Hermandad de la Curia mostraron sus estandartes más representativos y todos sus nazarenos procesionaron con palmas en la mano en lugar de las habituales crucetas. El rostro sencillo y doloroso de la Virgen de la Soledad, imagen titular de la cofradía que integra mayoritariamente el personal de la Administración de Justicia, marcó el final de la Procesión de las Palmas. La Semana Santa se encamina ya hacia el Jueves Santo, aunque antes aún quedan horas de ensayos, exposiciones, visitas y preparativos. Disfrútenlo.
La propia princesa daba escolta a su hijo en su carroza inspirada en los pilones del templo de Dakkeh en Nubia y arrastrada por esclavos egipcios. Le predecedían un grupo numeroso de jóvenes azules ataviadas de egipcias con ricos ropajes en oro y sedas. Las siete bigas del grupo del Triunfo de José precedían a la infantería y la banda egipcia con la que se cerraba la comitiva puramente bíblica para dejar paso al estandarte de San Juan, obra de Francisco Cayuela, y a la bandera de la cofradía con la que se ponía el punto y final a la participación azul en la procesión del Domingo de Ramos.
El Paso Morado, el Paso Encarnado y la Hermandad de la Curia mostraron sus estandartes más representativos y todos sus nazarenos procesionaron con palmas en la mano en lugar de las habituales crucetas. El rostro sencillo y doloroso de la Virgen de la Soledad, imagen titular de la cofradía que integra mayoritariamente el personal de la Administración de Justicia, marcó el final de la Procesión de las Palmas. La Semana Santa se encamina ya hacia el Jueves Santo, aunque antes aún quedan horas de ensayos, exposiciones, visitas y preparativos. Disfrútenlo.
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