domingo, 15 de noviembre de 2009

CARAVACA/ Dolor y pesar en el funeral del hostelero Salvador Lozano

J.F. Robles/ Caravaca/ La Verdad
Cientos de vecinos, clientes y, sobretodo, amigos, asistieron ayer al funeral de Salvador Lozano, Salva, el del Alhambra, como era popularmente conocido por regentar el bar que lleva ese nombre en la esquina de las calles Gregorio Javier y Colegio, en las inmediaciones de la parroquia de El Salvador, de Caravaca. Salva, que tenía 47 años, había superado, con el cariño de sus dos hijos, el reciente fallecimiento de su esposa y había luchado contra los achaques de su gran corazón; cada día seguía ofreciendo su amplia sonrisa a una clientela que siempre le ha sido fiel.
Su aspecto de hombre bueno y servicial le hizo ganarse la amistad de sus clientes, con quienes compartía interesantes conversaciones y a quienes ofrecía lo mejor de su experiencia de muchos años detrás del mostrador. Quienes lo conocían afirman que era un hombre duro, trabajador; quizás por eso no acudió de inmediato al médico cuando los primeros síntomas de catarro aparecieron. Todo se complicó de forma vertiginosa y el miércoles llegó al servicio de urgencias del hospital del Noroeste, con una afección pulmonar muy grave. Le diagnosticaron una neumonía, lograron estabilizarlo y lo trasladaron a la UCI de la Arrixaca. Allí se confirmó que la causa de su fallecimiento había sido el virus de la gripe A asociado a otras patologías.

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