Un niño de tres años fue ingresado ayer por la tarde con pronóstico grave en el hospital Virgen de la Arrixaca de El Palmar tras precipitarse al suelo desde la ventana de un segundo piso del número 10 de la calle Extremadura, en la pedanía de Guadalupe (Murcia). El suceso se produjo sobre las 17.45 horas. Los vecinos escucharon a una mujer dando gritos en la calle y con el niño sangrando en brazos. Era su madre, que pedía auxilio y que alguien llamara al 112. Cristina, una joven de 18 años que estaba en el portal de su casa, pensó que era una broma. «Oímos a la madre que chillaba, pedía socorro con el hijo tomado, que echaba sangre por la cabeza y por el oído», relató Cristina.
Santi, la vecina del número 8, sacó enseguida una manta y lo colocaron en la acera hasta que vino una Unidad Médica de Emergencias. El personal sanitario atendió al pequeño en el comedor de su vivienda, donde los padres y los abuelos, que estaban hechos un paño de lágrimas, fueron atendidos también por una psicóloga que se desplazó al lugar. El niño sufrió, según informaron ayer fuentes del 112, un traumatismo craneoencefálico y fue trasladado al hospital con pronóstico muy grave. Al término de esta edición seguía pendiente de otras observaciones, según informó el responsable de guardia del centro.
En la UCI
Según el testimonio de los vecinos, el niño estaba jugando en la cama y se asomó a la ventana con tan mala fortuna que cayó al vacío. Los testigos indicaron que la madre intentó agarrarlo, pero se le escapó. De inmediato, bajó a socorrer al pequeño, que al principio reaccionaba, según Cristina, aunque conforme fueron pasando los minutos perdió el conocimiento. «Es una lástima, la madre gritaba que su hijo se moría. Y ha tenido que venir otra ambulancia para atender al abuelo, porque estaban todos destrozados», explicaba esta joven impresionada por lo que había sucedido en la calle. El pequeño tiene una hermana de siete años y la familia es natural de Guadalupe. Un charco de sangre en el asfalto indicaba el lugar donde cayó el cuerpo.
Fuentes del hospital comunicaron que el estado del menor era grave, que estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y que por ser menor no facilitarían más información sin el consentimiento de la familia.
«La carita de su madre era de miedo, y de dolor, me ha impresionado mucho. ¡Los golpes que da la vida en un segundo!», sollozaba Santi, preocupada por el estado del crío. «Lo que el Señor quiera será, hay que dejarlo en sus manos», suspiró.
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