Unas veces se trata de un penetrante olor a productos químicos que provoca picores en la nariz y los ojos, y otras simplemente un pestazo a podrido que se introduce en las viviendas del Barrio del Café, a la entrada de Blanca. Y así desde hace casi veinte años. Por increíble que parezca, las empresas Prieto Papel y Prieto Química -que niegan ser las responsables de los malos olores- no tienen autorización para echar sus vertidos industriales a la rambla de San Roque, aunque el Ayuntamiento siempre ha mirado hacia otro lado. El Defensor del Pueblo exige ahora al alcalde y a la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) que pongan remedio de una vez por todas a la agresión ambiental que están soportando veinte familias durante las últimas dos décadas.
«Fíjate lo que soltarán que en ese tramo de la rambla ya no queda vida: ni ranas, ni pájaros, ni cangrejos, ni galápagos, ni nada de nada. Antes sí había, pero aquello es ahora un desierto», asegura José Ruiz Molina, secretario de la Asociación de Vecinos del Barrio del Café. En los últimos años han sido constantes las quejas al Ayuntamiento, los avisos al Servicio de Protección de Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) y los expedientes de la CHS, pero nada de esto ha servido para solucionar el problema. «Por lo penal no hemos querido meternos nunca», añade José Ruiz, «porque somos pocos vecinos y es un procedimiento muy caro».
Por eso, y sintiéndose desamparados por el Ayuntamiento, decidieron recurrir hace seis años al Defensor del Pueblo, al que enviaron un informe respaldado por 1.600 firmas. Esta institución solicita desde entonces informes periódicamente a las tres administraciones responsables de controlar los vertidos, aunque en su última comunicación, enviada en marzo, endurece el tono y apremia a una solución urgente. El último requerimiento del Defensor del Pueblo destaca además dos circunstancias que agravan este episodio de vertidos.
El primero, que los desechos llegan por la rambla de San Roque hasta el Azud de Ojós, «de donde se deriva agua para consumo humano», lo que «supone un riesgo (...) que aumentará cuando los caudales circulantes provenientes del Trasvase Tajo-Segura que se recogen en este azud sean bajos y las temperaturas muy elevadas». El informe especifica sin embargo que los registros de la estación de control de Ojós no muestran «tendencia significativa al aumento de la contaminación» a lo largo de la serie histórica 2000-2009, «salvo puntas ocasionales».
El segundo agravante es que el área donde se localiza el vertido pertenece a la Sierra de Ricote, que cuenta con dos importantes figuras de protección ambiental: Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
«Sólo agua con celulosa»
¿Qué vierten al cauce de la rambla Prieto Papel y Prieto Química? Según la empresa, nada más que el agua con restos de celulosa resultante de la fabricación de papel: «Nuestros vertidos no son nocivos ni peligrosos», asegura Pedro Luis Prieto -uno de los cuatro hermanos propietarios del grupo industrial, integrado también por Prieto Metal-, quien culpa de los malos olores a los desechos de otras empresas instaladas en el polígono industrial, cauce arriba de la rambla, y que se dedican a la producción de golosinas, conservas y manipulado de frutas. «Lo que pasa es que esos vertidos pasan junto a nuestra empresa y nos culpan a nosotros», asegura. Los residuos de las empresas de Blanca tendrían que derivarse a una depuradora industrial que el Ayuntamiento iba a construir en el polígono, pero que nunca se hizo. «Por eso nosotros estamos construyendo una depuradora biológica, en unos tres meses la tendremos terminada y el problema estará resuelto. Lo que hacemos ahora es aplicar bacterias en una balsa de homogeneización», explica, «donde los restos sólidos se decantan durante semanas», termina.
La CHS, que no ha facilitado el resultado de los análisis, abrió 19 expedientes sancionadores a Prieto Papel entre 1999 y 2009, que obligaron a la empresa a pagar multas por valor de casi 120.000 euros. Sin embargo, según los datos de su Laboratorio de Análisis de Calidad de Aguas, «no existe constancia de vertidos contaminantes desde enero de 2009, y desde entonces hasta hoy se han realizado 14 controles correspondientes a 7 campañas (en cada campaña se toman dos muestras con cinco días de diferencia). Consecuentemente con lo anterior, se puede afirmar que la situación ha revertido, dado que ni el Laboratorio ni el Servicio de Guardería Fluvial han tenido constancia de nuevos vertidos contaminantes», explica un portavoz del organismo de cuenca.
No es lo que piensan los vecinos del Barrio del Café, que aseguran seguir sufriendo una peste insoportable. ¿Hasta cuándo? Con suerte sólo tres meses más, hasta que comience a funcionar la depuradora de Prieto Papel. Si los malos olores persisten habrá que afinar el olfato para destapar al culpable.
Tampoco se libra del tirón de orejas del Defensor del Pueblo la Comunidad Autónoma, a la que el informe achaca pasividad por no intervenir ante la evidente dejación de funciones del Ayuntamiento de Blanca, «puesto que detenta competencias en ese ámbito».
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