Otros ciudadanos franceses, turistas, que escogieron la misma área de descanso santomerana para hacer un alto en su camino, fueron los primeros en dar la voz de alarma. A escasos veinte metros de la cafetería vieron aparcada la caravana y creyeron reconocerla. Al parecer, alguien había denunciado en Francia la desaparición de sus propietarios, así que decidieron avisar a la Guardia Civil.
A los agentes les bastó con acercarse hasta el vehículo para deducir lo que había en su interior. El olor se hizo aún más insoportable cuando decidieron abrir una de las ventanillas de la autocaravana para echar un vistazo. Suficiente para adivinar los dos cuerpos inertes y pedir la presencia de la Policía Judicial y la forense de guardia.
Eran las cuatro de la tarde y hasta tres horas después no se abrió el vehículo. Para sorpresa de los agentes y curiosos que presenciaban la escena, de él salió despavorido un perro, un cocker, todo parece indicar que era la mascota de los fallecidos; exhausto y famélico tras quién sabe cuánto tiempo sin comer ni beber (los agentes valoraban que al menos 10 días) y que los agentes se encargaron de atender y entregar a la protectora de animales. En el interior, los cuerpos, ya amoratados y en descomposición, yacían sobre una pequeña cama, tapados, casi abrazados. Como si hubieran estado durmiendo.
El resto de la escena no dejaba ver señales extrañas, fuera de lo normal. Sin signos de violencia ni más indicios que aclaren el panorama, los investigadores deberán aguardar los datos que lleguen hoy desde el Instituto de Medicina Legal de Murcia. De momento no se descarta prácticamente ninguna hipótesis, desde una muerte accidental hasta un homicidio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario