FRANCISCO GÓMEZ/ La Opinión
Las Feria de Lorca puso ayer su punto y final. La protagonista de la festividad, la Virgen de las Huertas, regresó a su santuario enclavado en el convento franciscano de donde había partido el pasado 18 de septiembre. En el trayecto, cientos de lorquinos acompañaron a la patrona, en una jornada marcada por el intenso calor, ya que el día de la romería ha estado caracterizado por la lluvia y al fresco otoñal en años anteriores.
La venerada imagen ha permanecido a lo largo de una semana en la capilla de Las Siervas, en la calle Pérez Casas, dado que este año le correspondía hacerlo a la iglesia de El Carmen, donde no ha podido permanecer por los daños que ha sufrido el templo con los terremotos del pasado mes de mayo.
Su cambio de residencia, a una más humilde, no ha impedido que un millar de devotos se hayan acercado estos días para pedirle su ayuda y mediación en la reconstrucción de la ciudad. Para algunos, era la primera vez que rezaban a la Virgen. Pero este año tocaba contarle a la patrona que los lorquinos siguen sin comprender por qué la tragedia se cebó con ellos; quitándole la vida a sus seres queridos, arrebatándoles sus casas y sus negocios, y hundiéndolos más en la crisis económica.
Movidos por la fe y la tradición, los fieles se concentraron desde primera hora de la mañana en los alrededores de Las Siervas para oír misa primero, y para acompañar después en procesión a la patrona. No fue una marcha habitual, ya que los romeros tuvieron que cambiar el trayecto de la Virgen para evitar el paso por las zonas destruidas. Una vez finalizada la ceremonia religiosa, la comitiva se dirigió por la calle Nogalte hasta el corazón de la ciudad, atravesando Juan Carlos I y enfilando la Alameda Ramón y Cajal hacia el Puente de la Torta y desde allí, a través de la Alameda Virgen de las Huertas, hacia su santuario. En su residencia, la patrona permanecerá hasta el próximo mes de mayo, durante el que saldrá de nuevo a las siete de la mañana cada domingo para el rezo del rosario de la Aurora.
La imagen fue portada a hombros de sus costaleros, los Mozos del Convento, que con tanto cariño la llevan cada año de un sitio a otro, acompañados por la banda municipal de música y la de gaitas y tambores Beato Fray Pedro Soler. Durante todo el recorrido, que se prolongó por espacio de más de una hora, no faltaron tampoco los cohetes anunciando al resto de vecinos el paso de la procesión.
Entre los acompañantes iban también los miembros de la Hermandad de la Virgen de las Huertas, con su presidenta, María Sánchez, Camareras de la Virgen y una representación de la Federación de Moros, Cristianos y Judíos de Lorca. Una vez en el santuario, la sombra que ofrecen las alamedas sirvió a los fieles para refugiarse del intenso calor, y para aliviar su sed con agua y refrescos, para emprender el camino de regreso.
Los devotos volvieron a la ciudad con la satisfacción de haber contribuido, un año más, al esplendor de una tradición que coincide con el final de la feria de Lorca.
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