J. Badía/ La Verdad
Varias inundaciones y algún que otro terremoto después, la corporación 'popular' que encabeza Fernando Molina en el Ayuntamiento de Abanilla desde hace 24 años, por fin, se ha decidido a diseñar el primer Plan Territorial de Protección Civil para el municipio. A efectos prácticos, lo que viene a ser un protocolo de emergencias que será aprobado en el Pleno de septiembre, previsto para este lunes a las 12 horas. El plan enumera al detalle todos los riesgos y catástrofes naturales susceptibles de crear una situación de emergencia que podría afectar a cualquiera de los 6.585 vecinos en cualquier punto de los 235,6 kilómetros cuadrados que ocupa el término municipal. Entre las distintas variables que se han tenido en cuenta a la hora de elaborar el plan, llama la atención una: la edad de sus vecinos, ya que la población de Abanilla a partir de los 85 años suma 222 vecinos, suponiendo casi el mismo número de los niños de 0 a 4 años, que asciende a 304. De hecho la memoria del plan de emergencias destaca «la envejecida estructura de población del municipio como aspecto importante para planificar una emergencia». Otra variable que se ha tenido en cuenta ha sido el carácter diseminado del término municipal, cuya población en un 50% se concentra en el casco urbano, mientras que el resto se concentra en pedanías como Barinas y Macisvenda, con 946 y 647 habitantes respectivamente, frente a caseríos como El Algarrobo, con 8 vecinos, y Tierra Colorada con 6, a los que también hay que dar cobertura en el plan territorial de emergencias al margen de su reducido número de habitantes.
La memoria del plan detalla toda la red viaria y de caminos rurales transitables además de los tiempos que precisaría el Consorcio de Extinción de Incendios de Abanilla, la Policía Local y la Guardia Civil para atender cualquier emergencia dentro del término municipal.
Según este plan, ya sea incendio, inundación, tormenta eléctrica, terremoto, un problema de salud o seguridad, el mayor tiempo de espera sería para los vecinos de La Zarza, que deberían aguardar 28 minutos la llegada de los cuerpos de seguridad y emergencias, frente a la espera mínima de 3 minutos para La Huerta de Mahoya. A la hora de clasificar los riesgos a los que se expone el municipio, el primer Plan Territorial de Protección Civil en la historia del Ayuntamiento fija tres categorías: riesgos naturales, tecnológicos relacionados con actividades industriales peligrosas que pueden generar vertidos y emisiones tóxicas -como en las dos empresas químicas o el vertedero de Proambiente-, y riesgos antrópicos, relacionados con edificios públicos. En el caso de Abanilla, el municipio atesora un largo listado de 'puntos negros' propensos a generar situaciones de emergencia de todo tipo, que ya en septiembre de 2010 motivó que la edil independiente María Dolores Saurín solicitase en Pleno, «crear un Plan General de Emergencias». Justo cuando se cumple un año de la petición de Saurín, la corporación 'popular' presentará el plan para su aprobación en pleno con el previsible apoyo del IUMA y el PSOE.
«Vulnerabilidad alta»
El principal castigo que sufre Abanilla por parte de la madre naturaleza son las lluvias torrenciales. Con episodios como el vivido el 19 de octubre de 1982, cuando las pedanías de El Cantón y Cañada de la Leña quedaron incomunicadas por las lluvias, el desbordamiento del río Chícamo en diciembre de 1987 o el 14 de septiembre de 2009, cuando las calles del casco urbano se convirtieron en ramblas. De hecho, Abanilla está registrada en el Plan Inunmur como municipio de «vulnerabilidad alta» por riesgo de inundaciones. El término cuenta con 11 ramblas y 23 puntos inundables donde en caso de lluvia, la avenida de cincuenta años de retorno puede superar los 30 centímetros de altura.
El segundo factor de riesgo al que están expuestos los vecinos de Abanilla son los seísmos generados por el segmento Fortuna-Abanilla de la falla de Crevillente, más peligrosos que las lluvias, por su carácter impredecible como ocurrió el pasado julio cuando Barinas registró 10 temblores consecutivos. El Instituto Geográfico Nacional cataloga el municipio como «zona donde son previsibles seísmos de intensidad igual o superior a siete», mayor que los terremotos que devastaron Lorca. Las zonas de vulnerabilidad detalladas por la memoria del plan son: Abanilla, Campules, El Cantón, El Chícamo, Mahoya, Casa Cabrera, El Partidor, Salado, El Tollé, La Umbría, La Zarza y Ricabica con «nivel alto» de riesgo sísmico. Mientras que los 67 vecinos de Mafraque se sitúan a la cabeza de este ránking y están expuestos a una vulnerabilidad «muy alta».
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