Dos agricultores comercializan 'lotes anticrisis' que se venden al consumidor sin pasar por intermediarios
26.07.10 - 00:33 -
ALFONSO PÉREZ / La Verdad
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ALFONSO PÉREZ / La Verdad
Ante la dificultad, iniciativas. Es la máxima que esgrimen Julián Campillo y Sebastián Picón, dos agricultores mazarroneros que dan trabajo a 120 empleados a través de sus empresas agrícolas Susaña y Collado Blanco. Ambos han puesto en marcha una curiosa iniciativa con el fin de hacer viables sus negocios y dar facilidades a los consumidores para afrontar la situación de crisis económica. El objetivo final es, además, hacer llegar a la mesa los productos del campo a un precio justo.
Campillo y Picón han puesto en marcha la iniciativa de diseñar 'lotes anticrisis' que venden directamente al consumidor. Por ejemplo, un lote compuesto por un kilo de tomates cherry, un kilo de tomates tomachox, y un kilo de tomates de ensalada, un kilo de calabacines y un kilo de pepinos cuesta siete euros. Si hacemos una comparativa de los mismos productos comprados en un supermercado descubrimos que el precio del lote se situaría entre los ocho y los diez euros, dependiendo del establecimiento. El lote supondría pues un ahorro de entre uno y tres euros.
Además, también venden directamente al público sus verduras y hortalizas a un precio único e inamovible. El kilo de calabacín o de pepino se venden a un euro, mientras que en las grandes superficies y supermercados el precio oscila entre 1,25 y 1,40 euros.
«Nosotros vendemos al mismo precio y a veces puede que perdamos unos céntimos por el abaratamiento del producto, pero es difícil por el alto coste que hoy por hoy pagan los consumidores frente al poco dinero que recibimos los agricultores», señala Julián Campillo. Los lotes pueden comprarse incluso por teléfono, y se ofrecen tarifas para otras comunidades autónomas, que se encarecen un poco por el transporte. De hecho, los dos empresarios asegura que ya tienen clientes «hasta en La Coruña o Bilbao que continuamente están haciendo pedidos de nuestros productos».
Con esta venta directa las empresas agrícolas pueden hacer frente a los costes de producción y mantener así los puestos de trabajo de sus empleados, un aspecto de vital importancia frente a la continúa destrucción de empleo que sufre la comarca. Además, como señala Sebastián Picón «ese euro que el consumidor nos paga revierte directamente en nuestra empresa para poder seguir produciendo. Es como si apadrinasen a un agricultor».
El sector tiene que hacer frente cada día a una situación cada vez más complicada, y es que la agricultura y el tomate en Mazarrón «ya no son lo que eran». En los últimos años, varios de los principales grupos productores de tomate han cerrado sus empresas.
El cultivo del popular tomate mazarronero ha descendido de forma muy considerable. Tanto que, aseguran Campillo y Picón, «el volumen de esta hortaliza que se produce en Mazarrón ya no es significativo». Una tendencia que preocupa a los ciudadanos del municipio, que con el desplome de la construcción, se han quedado sin modelo productivo, y ven como su municipio atraviesa una crisis que hace asomar el fantasma de la recesión provocada por el cierre de las minas a mitad del siglo pasado.
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