martes, 13 de octubre de 2009

FUENTE ÁLAMO/ El campo ya no es la salida


La profundidad de la crisis agota el filón del trabajo agrícola en el Campo de Cartagena
13.10.09 -
LOLA GUARDIOLA FUENTE ÁLAMO/ la Verdad

Encontrar trabajo en el campo ya no es lo que era. Muy atrás queda ya aquella frase que toda una generación de padres blandía a sus hijos cuando iban mal en el colegio: «Si no quieres estudiar, te vas a trabajar al campo», dando por sentado que era la peor de las ocupaciones posible, por su dureza;, pero al mismo tiempo, un lugar seguro para ganarse la vida porque siempre había faena.
No tan lejos, pero también queda ya obsoleto el titular de prensa que tanto se publicó al comienzo de la crisis actual: «El campo absorbe el desempleo de otros sectores». Las cosas, pues, han cambiado y la crisis ya no respeta ni al campo.
No como otros sectores, por supuesto, pero se destruye empleo. Testigo de ello es la familia gitana García Amador, de Balsapintada. Tanto el matrimonio, Juan y Juana, como sus seis hijos (sólo una menor, de 17 años), se han dedicado toda su vida a las labores agrarias en su pueblo, Balsapintada, una pedanía de Fuente Álamo, en pleno Campo de Cartagena. Hace dos años trabajaban todos. Ahora, sólo lo hacen el padre de familia, Anastasio, y Eulogia. Los otros cuatro hijos han perdido sus empleos.
«Ponlo bien claro, está fatal... El campo no es -como dicen- el único sitio donde hay trabajo», comenta Fina, una de las muchachas que, junto con su marido, Custodio, y sus dos hijos pequeños, se ve obligada a vivir en casa de sus padres. Eso, porque hace unos meses tuvieron que dejar la casa que habían alquilado con opción a compra. ¿La razón? Custodió dejó de trabajar como tractorista y a ella se le acabaron las prestaciones.
Olla para 25 personas
Y parecido le sucede a los demás. Juana Amador, la madre de familia, asevera afligida: «Con lo poco que tenemos, nos apañamos en esta pequeña vivienda». Otros de sus hijos y nietos duermen y comen, asimismo, en la casa. «Algunos fines de semana ponemos olla para 25», apunta Juana.
El día de la conversación con esta familia gitana, Juana venía de comprar yogures para su cría, que sufre problemas de nacimiento en el aparato urinario. «Tiene que comer blando siempre. Se los he podido comprar gracias a 18 euros que he ganado en el campo estos días», señala. A la pregunta de cómo, ella contesta: «Me he tirado seis días para coger 6 sacos de garrofas (algarrobas), a 15 céntimos el kilo».
Con sus humildes trabajos, esta familia, antes del advenimiento de la crisis, afrontaba la vida con relativa confianza. Eulogia, afortunadamente, trabaja y puede afrontar la letra del piso que compró. Custodio y Fina, sin embargo, querían dormir mejor y tener un utilitario. Pidieron hace dos años un préstamo para el colchón y el coche. Hoy ya no pueden pagarlo.

No hay comentarios: