viernes, 24 de julio de 2009

CALASPARRA/ «No quiero ser un esclavo»

El músico catalán abre hoy en Calasparra el festival Cuervarrozk
GREGORIO J. FERNÁNDEZ MURCIA/ la Verdad
Su música proviene de sus cuadros y viceversa. Manolo García no ha parado de crear, ni siquiera cuando el tedio de un mundo adormecido le calienta la sangre. La frivolidad y la vagancia le deprimen a la vez que le dan más motivos para reivindicar. El cantante y compositor catalán regresa a la Región en la segunda parte de la gira de presentación de su último disco, Saldremos a la lluvia. El ex componente de El último de la fila viene acompañado de un gran equipo de músicos, para ofrecer un espectáculo que «llegue al corazón» y permita olvidar por un instante la crisis. Esta noche abre en Calasparra el Cuervarrozk.
--Desde mayo viene arrasando en diferentes localidades españolas, ¿no se coge vacaciones?
--Mi planteamiento al empezar la gira era recorrer toda España, conseguir que todas las zonas y diferentes localidades conozcan el disco y la gente que quiera escuchar canciones en directo pueda hacerlo. Eso deja poco tiempo para las vacaciones. De todas maneras, no suelo coger vacaciones al uso. He luchado por conseguir ese estatus de músico y no tengo esa sensación de haber estado trabajado a lo largo del año, por lo que sería una necedad irse de vacaciones.
-¿Cómo valora la gira, ahora que llega a su recta final?
-La valoración es muy positiva. Estamos pasando unos años bastante extraños respecto al ambiente social, al tema del paro, etc. Y dentro de ese contexto nos ha ido muy bien y la gente ha respondido estupendamente. Además, siempre he intentado que los precios para ir a mis conciertos fueran accesibles, no demasiado caros. La gente, a ratos, necesita olvidar toda esa tensión y esa sensación de agobio y de gris. Y con la música intento que así sea.
-Defiende, por tanto, la cultura como remedio al estrés de la crisis.
-El ciudadano de a pie se siente no sólo indefenso sino abrumado con la situación actual y la cultura sirve para olvidar tanto martillazo. Los ciudadanos que leemos el periódico no tenemos ni idea en qué consiste la bolsa y ahí está tocándote los cojones, con sus miserias y con sus cabronadas. Es ahí cuando la cultura tiene algo de salvavidas. Es una forma de alimentar la ilusión que hace que la vida tenga sentido.
-¿Por qué una gira por pequeños y medianos aforos?
-Aunque he ido alternando con grandes y pequeños escenarios, me he negado ha repetir actuaciones multitudinarias en capitales de provincia, para hacer el doble de conciertos ante 1.500 personas. Yo no quiero ser esclavo de la popularidad, de las ventas de discos. Por eso tengo una norma: nunca toco gratis. Porque el músico siempre cobra de un ayuntamiente que no es el que paga; el que paga es el pueblo a través de sus impuestos. A la gente no le importa pagar un poco.
-¿La cercanía que busca en sus conciertos es más efectiva para hacer llegar su mensaje?
-En un concierto grande al final la gente que está más atrás acaba viendo la televisión por las pantallas gigantes. Es en un escenario pequeño cuando hay algo que aflora, una mayor sensación de intimidad: estoy cantando para ti y me estás escuchando. Aunque un gran escenario tiene una gracia especial, un espacio pequeño es mucho más mágico.
-Además de ofrecer música, expone ante el público sus reivindicaciones, en el caso de su último disco, medioambientales...
-Una gota de agua no hace el mar. Yo lo que hago es quedarme tranquilo conmigo mismo. Tengo una serie de ideas que he querido lanzado al aire con este disco, mostrar que el cambio climático es una cuestión bastante seria. Se da la curiosidad de que presidentes de EEUU lo han estado negando todo este tiempo y de repente, Obama otorga al problema la importancia que se merecía. Aunque la cosa esté muy mal, por lo menos se dan muestras de voluntad de cambiar las cosas, y con esas esperanza debemos ir a mejor.
-En su último disco se nutre de los espacios naturales, a veces tan indefensos, para inspirarse.
-No hay una tema único que centre mis trabajos, a excepción del tema amoroso, siempre recurrente en el pop rock. Digamos que me sorprende nuestro comportamiento, nuestra manera de actuar entre nosotros y con lo que nos rodea. Temas como la amistad, el amor al paisaje, el amor a la vida natural me llenan de interés. Así como la manera con la que nuestra cultura está abandonado sus raíces (la agricultura, la ganadería) y cómo los ciudadanos permitimos que nos laven el cerebro. En este disco, cada canción puede reflejar el amor que puede tener una persona a un río o simplemente rememorar ese tiempo de niñez en la que un baño en una ribera era la felicidad. Yo busco reencontrar la niñez mental: un cierto autismo en el mejor sentido, donde poder flotar porque no hay prejuicios.
-¿Por qué ese empeño por innovar en cada disco?
-Porque para mí es importante ir cambiando de escenario sonoro. Sería horrible, indigno y aburrido y poco práctico tener que repetir una fórmula que ha gustado. Siempre busco,que detrás de mi base rock o pop rock, propia de mis gustos de toda la vida, investigue para encontrar mi propio sonido. Para eso me voy adonde más me gusta: Grecia, Brasil... para sacar partido de todo sus sonidos, ritmos, instrumentos. Es importante que cada músico tenga un sonido propio y diferente.
-De este modo ha logrado ser Manolo García y no el ex de El último de la fila. ¿Qué ha cambiado en 11 años de carrera en solitario?
-Las cosas buenas no han cambiado: la curiorisidad y la necesidad de hacer canciones está intacta. Sin embargo, si tuviera que ceñirme a mi andadura en El último de la fila dejaría la música y me dedicaría a otras tareas que ya desarrollaba anteriormente. No puedo seguir viviendo de la añoranza por canciones de hace tantos años, porque no es mi carácter. Aunque algunas veces canto esos temas.



LA CITA
Qué: Concierto de Manolo García dentro de la segunda parte de su gira Saldremos a la lluvia.
Dónde: Polideportivo municipal La Caverina de Calasparra.
Cuándo: Esta noche a las 23.00 h.
Precio: Las entradas de venta anticipadas cuestan 17 euros.
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