J. L. Vivas/ La Verdad
La iglesia de la Asunción se quedó pequeña para dar cabida a los numerosos familiares, amigos y allegados que quisieron dar su último adiós la empresaria Josefa Bernal Campillo, fallecida el jueves en Molina. También asistieron al sepelio varios empresarios del municipio, además del alcalde, Eduardo Contreras, y el concejal de Urbanismo, José Antonio Carbonell, entre otros. Pero los más afligidos eran su esposo, Manuel Sánchez Cano, y sus hijos Fina, Encarnita, Manuel y Antonio Andrés. Visiblemente afectados, intentaban consolar a los nietos de Josefa, que no podían contener las lágrimas de tristeza cuando el féretro de su abuela regresó al coche fúnebre que la trasladaría al camposanto.
Una tristeza y respeto que silenció por momentos la iglesia donde el párroco Ramón Jara ofició la misa de despedida a la conocida empresaria, un silencio sólo roto por las solemnes oraciones del sacerdote y por los cantos eclesiásticos del afinado coro que también se sumó a este último adiós.
Josefa Bernal fue, junto a su marido, la fundadora de la empresa Sánchez Cano hace cuatro décadas, periodo en el que la firma molinense ha pasado del chicle artesano de los años 70 a máquinas que envuelven 1.200 piezas al minuto. Josefa Bernal y su esposo, Manuel Sánchez Cano, presidente del Consejo de Administración, han impulsado a través de sus hijos y de su equipo una empresa en constante expansión.
De los 1000 metros cuadrados que tuvo la primera nave hasta los 35.000 que ocupan actualmente las instalaciones, Sánchez Cano S.A. ha mantenido a lo largo de estos años una constante trayectoria de inversión e investigación para ofrecer los mejores productos del mercado con un claro objetivo de expansión tanto a nivel nacional, con delegaciones en toda España, Portugal, cadenas de clientes en Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá y EE.UU. Desde 2002 también trabajan en Brasil donde han comenzado una nueva trayectoria de éxito.
La iglesia de la Asunción se quedó pequeña para dar cabida a los numerosos familiares, amigos y allegados que quisieron dar su último adiós la empresaria Josefa Bernal Campillo, fallecida el jueves en Molina. También asistieron al sepelio varios empresarios del municipio, además del alcalde, Eduardo Contreras, y el concejal de Urbanismo, José Antonio Carbonell, entre otros. Pero los más afligidos eran su esposo, Manuel Sánchez Cano, y sus hijos Fina, Encarnita, Manuel y Antonio Andrés. Visiblemente afectados, intentaban consolar a los nietos de Josefa, que no podían contener las lágrimas de tristeza cuando el féretro de su abuela regresó al coche fúnebre que la trasladaría al camposanto.
Una tristeza y respeto que silenció por momentos la iglesia donde el párroco Ramón Jara ofició la misa de despedida a la conocida empresaria, un silencio sólo roto por las solemnes oraciones del sacerdote y por los cantos eclesiásticos del afinado coro que también se sumó a este último adiós.
Josefa Bernal fue, junto a su marido, la fundadora de la empresa Sánchez Cano hace cuatro décadas, periodo en el que la firma molinense ha pasado del chicle artesano de los años 70 a máquinas que envuelven 1.200 piezas al minuto. Josefa Bernal y su esposo, Manuel Sánchez Cano, presidente del Consejo de Administración, han impulsado a través de sus hijos y de su equipo una empresa en constante expansión.
De los 1000 metros cuadrados que tuvo la primera nave hasta los 35.000 que ocupan actualmente las instalaciones, Sánchez Cano S.A. ha mantenido a lo largo de estos años una constante trayectoria de inversión e investigación para ofrecer los mejores productos del mercado con un claro objetivo de expansión tanto a nivel nacional, con delegaciones en toda España, Portugal, cadenas de clientes en Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá y EE.UU. Desde 2002 también trabajan en Brasil donde han comenzado una nueva trayectoria de éxito.
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