Manolo Guillén
El público de Calasparra tomó partido por los novillos-toros de la ganadería de José Escolar, que ha lidiado un lote imponente y a la vez agradecido. Ante ese importante material, Esaú Fernández firmó lo más destacado del festejo
El signo torista marcó la cuarta novillada de la Feria del Arroz de Calasparra. Los pupilos de José Escolar se dejaron torear más que de costumbre, aunque ninguno fue el tonto de la pandereta.
Su imponente presencia y la casta que desarrollaron imprimió un valor especial a todo lo que fueron capaces de hacer los novilleros en el ruedo de La Caverina. Aún así, el público tomó partido descaradamente en favor del ganado, e incluso se premió con la vuelta al ruedo en el arrastre al quinto novillo, mientras que a su matador, Daniel Nunes, se le pitaba sin miramientos después de una aceptable faena.
El público de Calasparra tomó partido por los novillos-toros de la ganadería de José Escolar, que ha lidiado un lote imponente y a la vez agradecido. Ante ese importante material, Esaú Fernández firmó lo más destacado del festejo
El signo torista marcó la cuarta novillada de la Feria del Arroz de Calasparra. Los pupilos de José Escolar se dejaron torear más que de costumbre, aunque ninguno fue el tonto de la pandereta.
Su imponente presencia y la casta que desarrollaron imprimió un valor especial a todo lo que fueron capaces de hacer los novilleros en el ruedo de La Caverina. Aún así, el público tomó partido descaradamente en favor del ganado, e incluso se premió con la vuelta al ruedo en el arrastre al quinto novillo, mientras que a su matador, Daniel Nunes, se le pitaba sin miramientos después de una aceptable faena.
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