Diego Illán Barceló (Algezares, 1946) cuenta que en las últimas semanas lo siguen parando por la calle y hasta en el supermercado para decirle: «'Ánimo, no permita usted que nos quiten el puerto los murcianos'». Aun siendo una apreciación algo exagerada de lo que ha ocurrido en los últimos meses, Illán entiende esas palabras como un respaldo popular a la postura que ha mantenido desde que en noviembre de 2010 se opuso a la autodesignación del presidente de la Confederación Regional de Organizaciones Empresariales (Croem), Miguel del Toro, como vocal representante de los empresarios en el consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Cartagena. Fueron cuatro meses de intensos cruces de declaraciones, reuniones, reproches y de noches en vela. Confiesa que durante ese tiempo lo pasó mal, y que incluso llegó a pensar si verdaderamente merecía la pena seguir luchando por un sillón en el Puerto. El presidente de la Confederación de Organizaciones Empresariales de Cartagena y Comarca (COEC) repasa aquellos acontecimientos que hicieron tambalearse los cimientos de la unión empresarial.
- Después de todo eso, ¿está satisfecho con el resultado final?
- Muy satisfecho. Hemos logrado un objetivo bueno para ambas partes, tanto para Croem como para COEC.
- En qué posición ha quedado COEC en toda esta polémica?
- Durante toda la vida habíamos ostentado la representatividad en los estamentos oficiales de Cartagena. Ahora se trataba de defender los legítimos derechos de la Confederación por una cuestión de territorialidad. Esto ha generado mucha unión entre los empresarios de la comarca, a pesar de que no todos estábamos de acuerdo en que se propiciara la escisión de Croem. Lógicamente esa era una vía que no se descartaba, pero que sin duda nadie deseaba; otros muchos sí. Todo eso a nivel interno nos ha enriquecido bastante.
- Eso a nivel comarcal, pero a nivel regional, ¿en qué lugar ha quedado la patronal cartagenera?
- Yo creo que en buen sitio. Donde tiene que estar. Esto es algo que se tenía que haber resuelto sin necesidad de tanta beligerancia. Se pudo haber arreglado en el mes de noviembre, sin tensiones de ningún tipo, pero no quisieron. No se tenía que haber dado la imagen que todos hemos ofrecido. No creo que nosotros hayamos hecho mal los deberes. Hicimos lo adecuado. Quizás hubo excesivas declaraciones, a veces sin mala intención, pero el ser humano es así. Cuando te atacan, atacas.
- ¿Cómo ha salido de todo esto? ¿Fortalecido? ¿Perjudicado?
- Ha habido momentos de tensión muy importantes. En una situación de conflicto, lo verdaderamente importante no es quien lleve la razón sino quien puede solucionar las cosas. Creo que lo he sabido llevar bien.
- Teóricamente, ya no deben surgir graves disputadas como la pasada gracias al tratado de buenas prácticas que están redactado.
- El principio de territorialidad debe mantenerse por encima de todo. Mi participación fue sólo en la defensa de los intereses de los empresarios de Cartagena. Creo que he hecho lo que debía de hacer. Ahora hay que pasar página y continuar. Estos tres meses han sido una eternidad.
- ¿Quién propuso al exdirector de la refinería de Escombreras, Francisco Vázquez, como hombre de consenso?
- Yo pensé en él desde el principio. Paco Vázquez empezó a tomar cuerpo cuando se reformó la ley. Entonces él representaba a otro grupo de empresas. A través de las redes sociales y los medios de comunicación creo que se dio la imagen a la población de que nos estábamos peleando por una cuestión económica, por quién debía llevarse las dietas del Puerto, y no era así. Yo quise apartarme de todo y así lo hice. Cuando elegimos a la comisión negociadora ni Del Toro ni yo estábamos, porque las tensiones que se habían generado podían influir en la decisión final.
- ¿Cómo es su relación ahora como Miguel del Toro, después de todo lo que ha ocurrido?
- Pues la verdad es que aún no hemos tenido la oportunidad de hablar después de todo esto. Pero yo entiendo que bien. Para mí no hay el más mínimo problema. Hubo una circunstancia que duró un cierto tiempo, pero hay que tener en cuenta que ambos somos representantes empresariales que nos tenemos que ver tarde o temprano.
- ¿Llegó a plantearse la posibilidad de tirar la toalla y dimitir?
- En absoluto. He recibido mucho apoyo. Sí que llegué a pensar que qué importancia tiene que esté Miguel del Toro en el Puerto, o yo, si él es un empresario de Murcia que va a saber defender los intereses de Cartagena igual que yo. Eso me hizo pensar en dejar esta lucha numantina. Luego pensé que no se trataba de eso, sino de un respeto al territorio. Es lo mismo que si el presidente de la COEC dijera que como está por encima de Miguel del Toro, quien debe estar en la Autoridad Portuaria debe ser él. Pero sí se me pasó por la cabeza.
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