LOLA GUARDIOLA LA UNIÓN/ La Verdad
La cara más dramática de la crisis está golpeando, y de qué manera, a La Unión. Los desempleados apuntados en el Servicio de Empleo y Formación son ya 2.300 y el número de personas que cada mes acude a Cáritas en busca de ropa y comida supera los 2.000 ciudadanos. Eso, sin contar con las decenas de vales que los servicios sociales municipales están repartiendo en el municipio para ser canjeados por alimentos básicos en las tiendas.
La causa de que la recesión esté castigando con especial crudeza a esta localidad se debe a su singular estructura económica. Al ser una ciudad dormitorio, aproximadamente sólo el 20% de la riqueza se genera en el propio término municipal, y ésta está principalmente centrada en el pequeño comercio. Los unionenses asalariados y los pequeños empresarios trabajan, mayoritariamente, en las localidades vecinas de la comarca y ya no hay tanta faena en el turismo y en la construcción como lo había hace tres o cuatro años.
Desde el año 1998 hasta el 2005, las cifras de desempleados han oscilado entre 450 y 550, lo que daba unas tasas estimadas por debajo incluso de la media regional. Ahora, con la situación actual de crisis y con el 28% de paro, casi se duplica.
Con este panorama, Cáritas y los Servicios Sociales se ven absolutamente desbordados. Eso sí, la concejal del ramo en el Ayuntamiento de La Unión, María Hermógenes, advierte «taxativamente», de que no se atenderá «en ningún caso las solicitudes de los amigos de la picaresca o de los que se dedican a pedir por vicio».
La cara más dramática de la crisis está golpeando, y de qué manera, a La Unión. Los desempleados apuntados en el Servicio de Empleo y Formación son ya 2.300 y el número de personas que cada mes acude a Cáritas en busca de ropa y comida supera los 2.000 ciudadanos. Eso, sin contar con las decenas de vales que los servicios sociales municipales están repartiendo en el municipio para ser canjeados por alimentos básicos en las tiendas.
La causa de que la recesión esté castigando con especial crudeza a esta localidad se debe a su singular estructura económica. Al ser una ciudad dormitorio, aproximadamente sólo el 20% de la riqueza se genera en el propio término municipal, y ésta está principalmente centrada en el pequeño comercio. Los unionenses asalariados y los pequeños empresarios trabajan, mayoritariamente, en las localidades vecinas de la comarca y ya no hay tanta faena en el turismo y en la construcción como lo había hace tres o cuatro años.
Desde el año 1998 hasta el 2005, las cifras de desempleados han oscilado entre 450 y 550, lo que daba unas tasas estimadas por debajo incluso de la media regional. Ahora, con la situación actual de crisis y con el 28% de paro, casi se duplica.
Con este panorama, Cáritas y los Servicios Sociales se ven absolutamente desbordados. Eso sí, la concejal del ramo en el Ayuntamiento de La Unión, María Hermógenes, advierte «taxativamente», de que no se atenderá «en ningún caso las solicitudes de los amigos de la picaresca o de los que se dedican a pedir por vicio».
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