10.05.09 -
P. W. R. LORCA/ La Verdad
Conseguir un aparcamiento en el Hospital comarcal Rafael Méndez es tarea difícil. Y más, si se busca en torno a las diez de la mañana, cuando la mayor parte de las consultas externas están atestadas de pacientes. La cosa se complica aún más, si a quien acompañamos es a un enfermo de cierta edad, incapaz de poder subir la empinada cuesta que da acceso hasta la entrada principal del centro hospitalario.
Entonces, tendremos que acudir a la práctica habitual. El enfermo tendrá que ir acompañado por dos personas. Una, se quedará a su cuidado en la entrada del hospital, donde se le habrá llevado en vehículo. Tras ello, el conductor, deberá aparcar el coche. Un día cualquiera, a las diez de la mañana, todas las plazas de aparcamiento del hospital están al completo. El primero en llenarse es el situado junto al Hospital de Día.
Allí, incluso las plazas destinadas a minusválidos están ocupadas. En ocasiones, según se quejan algunos de los que sí están autorizados a ocuparlas, por conductores que no sufren ningún tipo de minusvalía.
En este aparcamiento, no es raro ver vehículos que ocupan parte de la calzada, en doble fila, e incluso en zonas prohibidas. En el aparcamiento inferior, más de lo mismo. «Dónde aparcas. Si tienes que venir al médico y te tiras 20 minutos buscando aparcamiento, al final, tienes que dejarlo en cualquier sitio», afirma José Luis Moreno, que se quejaba de la situación.
Coches en todas partes
Incluso la subida al hospital, desde la Rotonda de acceso desde el desvío de la Autovía del Mediterráneo aparece repleta de vehículos. Hasta en la parada de autobús pueden encontrarse. «He dejado a mi madre con mi hermano arriba, en las consultas, y ahora voy para allá, después de haber encontrado un aparcamiento», explicaba María Rosa Guerrero, una de las usuarias del hospital.
Cada vez son más los que acuden al aparcamiento privado situado junto al recinto hospitalario. Allí cobran un euro por dejar el coche, aunque no siempre hay un espacio libre para el coche. «Más de un día lo he tenido que dejar en el aparcamiento de las pistas deportivas de Torrecilla», argumentaba Juan Rodríguez. Los trabajadores también sufren estos inconvenientes, ya que superan en número los espacios disponibles.
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