domingo, 2 de agosto de 2009

Aburrimiento en Cehegín con Alfonso Romero y Canales Rivera

Los toros de Los Ronceles, sin raza, no ayudaron en la primera corrida de la feria de San Zenón
02.08.09 -
F. OJADOS CEHEGÍN/ La Verdad

Plaza de toros de Cehegín. Primera corrida de la feria de San Zenón. Un cuarto de entrada. Toros de Los Ronceles, sin raza, que no dieron juego y aburrieron. Canales Rivera, de fucsia y azabache, ovación con saludos tras petición y oreja; Alfonso Romero, de verde botella y azabache, oreja y ovación con saludos; Antón Cortés, de rosa y azabache, silencio y ovación con saludos tras petición.
Mala, muy mala, salió la corrida de Los Ronceles lidiada ayer en Cehegín. En realidad sólo el primero y el último llevaron el hierro de los Ronceles, los otros cuatro saltaron al ruedo con el de Jiménez Pasquau, que a fin de cuentas es lo mismo. El caso es que hubo toros de esos que los toreros llaman bonitos, que por hechuras deberían haber embestido, pero en resumen la corrida no tuvo fondo y fue más apta para el negocio de la carne que para la lidia. Para más incomodo la plaza fue una polvareda durante todo el festejo, con el piso de plaza muy suelto, lo que tampoco facilitó el agarre de los astados. Bien estuvo el presidente, que puso seriedad a la hora de conceder trofeos y no permitió que la corrida se convirtiera en una verbena. Los tres espadas aparecieron vestidos de azabache, en plan artista, y anduvieron dispuestos, pero sin material.
Canales Rivera, ante su primero, meció el capote acompañando los lances con la cintura, el toro recibió un buen puyazo y se quedó muy parado en la faena de muleta brindada a Rafaelillo, que vio la corrida acompañado de su novia en una barrera. Canales lo intentó en una faena aseada en la que al final tiró de recursos. Luego la espada cayó algo caída y se quedó sin oreja. Sí la obtuvo de su segundo, a base de insistir para sacar pases al hilo de las tablas. Ese cuarto dobló uno de los pilares de la barrera al rematar de salida junto a un burladero.
Las notas de más calidad las puso Alfonso Romero ante el segundo de la tarde, un toro que tuvo un recorrido medio, y al que Alfonso toreó con gusto en las verónicas de recibo y en varias fases de la faena de muleta, aunque con el trapo rojo tuviera que viajar a media altura para ayudar al de Pasquau. Oreja merecida después de mete y saca y buen volapié. Ante el quinto no tuvo opciones, quiso, pero a toro parado es imposible el lucimiento.
El tercero en liza fue el albaceteño Antón Cortes. Sus dos trasteos tuvieron el mismo guión. Voluntad sin brillo. Faenas largas en las que insistió Cortés en sacar algo en claro, pero que no tuvieron el contenido necesario. Al final de sus faenas apretó el acelerador, pero no fue suficiente.

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